domingo, 21 de febrero de 2010

JUAN PARRA DEL RIEGO

LEJOS

Con alas de oro, de plata y música
me fui a la vida.
Cabeza cana que nunca olvido
luna dormida en mi corazón.





¡NOCHE BUENA MÁGICA!

Era en Lima, la áurea ciudad colonial…
Te acuerdas, oh, madre, de la Nochebuena
tan sentimental?
Yo aun miro la cena,
los hilos de plata que el árbol llovía.
Dios era en la casa
el buen compañero de aquella alegría.







BESOS

Sonidos de palomas besándose a la luna
me has dejado en la boca.
Panales de alegría delirante y salvaje
me has dejado en la boca.
Corazones de niños colorados y puros
me has dejado en la boca.
Campo con su alegría de chivos y campanas
me has dejado en la boca.
Tu palidez terrible y azul como mi muerte
me has dejado en la boca.







CARTA DE MI MADRE

Carta que esperaba antes con temblor
carta que ahora apenas
leo distraído por el comedor.
Carta de ella…la carta que solo
ya me hace temblar
palidecer o gritar…
¡Cartero! ¡Qué tarde llegaste hoy día!
Con su sordo alcohol me iba a envenenar.
Carta de ella… ¡Carta que ya solo espero!
¡Alegrías súbitas en mi corazón!
O unas dudas raras con las que me muero
Solitario y pálido como un ladrón.
Carta de mi madre que ya te he olvidado
por la que ella solo me puede mandar
¡Ay! Carta que tantas veces me has salvado,
esta vez…¿No me puedes perdonar?







CANTO A BARRANCO
(El Mar)

Mar de Barranco, mar meditabundo,
mar triste, mar sin velas, mar dormido,
mi dolor es amargo y es profundo
porque al verte tu pena he cogido.
Si tú tienes tus náufragos ¡oh mar!
que niega la apariencia de tu calma
yo también como tú sé enmascarar
las ilusiones náufragas de mi alma.
Como ese sol que se hunde triste, triste,
en tu confín que de oro y grana viste,
así se van hundiendo lentos, lentos,
cuando ante tu ancha faz sueño y medito,
en tu secreto azul mis pensamientos
como pájaros ebrios de infinito.






NOCTURNO NRO. 8

Dolorida en la luna se va la carretera.
Me voy a sentir más hoy tu alma allí;
dolorido en la luna que me mira y espera
y da su solitaria paloma mensajera
que va como acordándose de ti.
Miro las soledades misteriosas del cielo
y nada es más profundo que tu amor,
bailarín de amargura, zapateador de hielo,
tú eres, ¡oh! Sirio, dulce violinista del cielo!
lo que me ha comprendido aquí mejor.
Pero tú eres la luz que tiembla allá:
Voy solo. Voy cansado. Voy ciego. Voy perdido.
Y esta noche de luna, que es música sin ruido
me va poniendo tu alma como en un hondo nido
sobre mi sollozante eternidad.
Con mi sombrero negro empapado en la luna
yo te contaré todo mi dolor…
Le pediré a la muerte más pavor que nos una…
le pediré a la vida más caliente fortuna
de besos, de locura y de temblor.








AL MOTOR MARAVILLOSO

Yo que canté un día
la belleza violenta y la alegría
de las locomotoras y de los aeroplanos,
qué serpentina loca le lanzaré hoy al mundo
para cantar tu arcano,
tus vivos cilindros sonámbulos, tu fuego profundo.
¡Oh, tú, el motor oculto de mi alma y de mis manos!

¡Qué llama enloquecida se enreda en tus fogones
y hace girar la rueda líquida de la sangre
y atiranta las poleas de los músculos
para mecer los columpios súbitos de las sensaciones,
cuando corro, beso, anhelo, callo, sufro, espero, miro,
salta mi alma en una loca carcajada,
floto en sedas de suspiro
o en el charco solitario de la sombra en que me estiro
se me copia el corazón como una estrella desolada!

Y qué electricidades
se me van por los alambres calientes de los nervios
hasta el cerebro, caja de las velocidades,
azules y negras y rejas de todos los sueños...
Zumba la turbina sutil de hondos dolores
y saltan imágenes,
y hacia donde ya no alcanza el ojo triste
con sus sedientas ruedas de colores
corre el tren de las imágenes...

Y qué émbolos oscuros se agitan sin cesar,
y que carbón jadeante de soles escondidos
a todo vapor, a todo vapor,
te hace andar
cuando se me hincha el corazón de una salvaje alegría
o se me quiere romper el dolor
y de melancolía.

Motor humano: tú eres
la única maravilla de este mundo doloroso,
por tu inmortal prodigio: el beso de las mujeres,
el pensamiento firme y armonioso,
la palabra que salta rotunda, patética y viva
por la célula furtiva
que trabaja en sus telares nuestro ritmo misterioso;
teje un día la Esperanza,
otro día el sufrimiento,
otro día la alegría.

Yo siento
cuando queda tensa y viva sobre mi alma la Energía,
¡Motor de la explosión de toda la vida mía!
Hondo motor que haces de mi cólera y mi llanto
mi callada pasión y mi fuerza y mi canto,
más ligero,
más ligero,
con la carga de esperanza que es mi única conquista:
tú, la máquina del único sendero sin sendero;
yo, tu alado y sangriento maquinista.






SERENATA DE ZURAY ZURITA

Tiene párpados de luna mi agonía
De la mar yo vine loco de soñar.
Me perdí en un puerto mudo donde el día
estaba muerto de esperar
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
A la mar me fui con vela de colores…
de la tierra estaba sucio de luchar…
Tercos sueños cazadores
Dolorido de caminos y tambores,
yo la quería esperar.
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
Y le dije a la paloma y a la estrella:
mi corazón la quiere encontrar,
moribundo de canciones voy tras ella
y es más muda que la muerte, ¡y es tan bella!
y es más fina que la mar.
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
Me ha manchado la amargura
años arduos y asesinos me han enseñado a olvidar…
Luna azul de mi sombrero: la locura,
y mi capa de andarín: todas las olas del mar.
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
Y le dije vengo extraño,
no me puedes recordar,
gota a gota di mi sangre todo el año…
estoy ciego de llamar…
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
Tiene el cielo una campana
y un jardín tiene la mar.
Volanta de cintas llena de mañana,
la vi…y no la pudo mi alma alcanzar.
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
Yo he visto en almas y pechos
a un alacrán perforar…
yo he visto hogares deshechos
y a payasos de colores que a la luna de los techos
daban un brinco estelar.
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?
Con el arpa de la aurora me ponía a caminar…
Pérfida languidez de la melancolía
me iba una seda lenta matando día a día
y mis ojos se perdieron en las estrellas del mar.
Zuray Zurita
¿no me oyes llorar?







CANTO AL CARNAVAL

Libertad maravillosa de la risa,
la ciudad corre en las ruedas de colores, ¡Carnaval!
Ya en las plazas y torres, ventanas y esquinas,
saltando como una niñita la luna
cuelga los teléfonos de las serpentinas
para tu furiosa fiesta universal.
¡Columpios de risas! ¡Árboles de amores!
Los novios calientan la noche con su corazón.
Ya aquel ha corrido por un frac… ¡va pálido!
Rosada de sueños
ella piensa en algo furtivo y fantástico
que sólo esta noche podría pasar…
(En los cascabeles hay duendes pequeños
que dicen: ¡no dudes! ¡vamos a soñar!
¡Vamos a bailar!
¡Vamos a cantar!
La noche abre dulces ventanas de seda
y si tú no vienes por siempre te quedas
en la desolada perla de esperar.
¡Vamos a cantar!
¡Vamos a bailar!
Y por la Avenida
que quema las frutas de la iluminación
ya el Corso va alzando con su delirante
cabeza de máscaras la gran ilusión.
Veredas con luces felices de puertos soñados.
Las casas se besan, se gritan, se abrazan
a nubes de música y de serpentinas,
y la opera loca de gritos pintados
avanza soñando su incendio feliz.
Acrobacias bufas…ventriloquia rara
súbita escopeta de aquella nariz
La lágrima negra de esa blanca cara.
Cleopatra sobre un coro de trompetas
saludando a las estrellas y al amor!
¡Timbales! ¡Flautines!
Latones de escándalo…absurdas cometas.
El aire abre planos y frescos jardines.
Locura, alegría, palidez, amor!
Pasa el carro lento de las odaliscas,
La comparsa blanca, la del verde humor,
pasa la comparsa de las Diez Franciscas
el carro tremendo del Emperador!
Reinas y payasos,
-por el aire vuela un bastón colorado-
los pierrots que enredan la luna en sus pasos,
tambores de Oriente de golpe encantado,
y saltos de espejos y noches y frutas.
Ya llegan los negros del baile sensual
con piernas de títeres y risas de luna
que se duermen sobre el bombo tropical;
los negros fantástico e imaginativos
que se dramatizan en vagos y vivos
saludos de monos y gestos de chivos
que se ríen por la médula espinal.
Trae un auto una súbita bandeja de ángeles
y tras otro, Walkiria de veloces cabellos de papel
cruza uno que se aleja tirando los divinos
cascabeles de un lunático arlequín.
Pasa la astronómica murga de los chinos
-qué triste, adelante, va el pálido y dulce mandarín!
Me corta el jinete
de una serpentina con su duende azul!
(Cuidado con esa niña que es como un juguete
defendiendo sus alas de tul)
Y el corso levanta la noche en sus brazos dorados.
Largo trópico de música por la calle popular.
Atrás turbia pena de dientes morados,
esta es mi pirueta, mi nariz, mi andar!
Y miro esa casa:
el balcón se ríe con barbas de cintas y velos,
suena una ventana…un antifaz pasa…
y yo soñé que es ella que está con los otros
bailando a esa música de agua y violoncellos…
Las estrellas corren en sus bicicletas
plateadas y azules por el “boulevard”
saltan, como rosas, tristes morisquetas,
y yo ya estoy loco de nunca alcanzar
la boca fantástica de ese antifaz fino
que toda la noche me hizo palpitar.
Pero en esa esquina
cuatro dominós se han quedado quietos,
y yo tengo miedo en aquella esquina
de los dominós parados y quietos.
¡Vamos Ana!
¡Dame el brazo Margarita!
En esa casa hay un baile que parece la campana
de una locura infinita!
Préndete, a mi, Josefina!
en mis barbas coloradas llevo el circo del amor!
Yo sé lo que no te ha dicho esa loca serpentina
que en tu moño fue durmiéndose como si fuera una flor.
Pero el Corso pasa…
¡Pasa!
¡Trampolín para el acróbata lívido del corazón!
¡Regatas de aguas, de cintas, de payasos y mujeres
con sus viñas de alegría y sus bocas de ilusión!
Pasa el corso…
Pasa…pasa…!
Y ya la calle está sola…por el suelo hay una máscara perdida
Y es tan grave este último payaso que se mete en esa casa de
una sola ventanita encendida!
Y otra vez el Corso rompe en su camino
La nube de gritos que es su cascabel!
¡Los osos! Las hadas…la reina…el bandido…
son todos los cuentos que a la calle han salido
fabulosamente libres de sus casas de papel…!
Llega la volanta de las colombinas
-a la rubia de la risa yo le tiro esta flor-
Se va la volanta de las colombinas.
Y serenata de serpentinas
van llamándola en la calle con sus flautas de color!
Perdidos, antiguos, plateados, fragantes
pedazos de música me dan su temblor.
-Hay baile en aquellos balcones distantes-
Y yo sé que es ella la de aquellos guantes
que tras el cristal da su espalda en una
disolución de luna
que sobre el negro corpiño le abre su flor.
Pasa el Corso con su río
que va a perderse a la luna con su estrépito triunfal.
Y en la ciudad que se queda como un gran teatro vacío
yo siento que el corazón mío
se pasea como un gato solitario y fantasmal.
¡Se va el Corso! Se va el ruido
Pero yo me cuelgo, mágico, a tu luz y tus amores
Carnaval!
¡Salud inmensa aventura de las aguas y las flores
que nos dejan las cabezas como trompos de colores
dando vuelvas, vueltas, vueltas
en tu mano de cristal.








LOS VIENTOS DEL PERU

¡No hay nada en el mundo, ni el sol, ni la guerra
como los salvajes vientos de esta tierra!

Ni el acuchillado perfil de la sierra,
ni el rayo que vibra, ni el trueno que aterra,
ni el mismo relámpago que abre y se cierra
y el mar que en las playas se aferra…se aferra…

¡No hay nada en el mundo, ni el sol, ni la guerra
como los salvajes vientos de esta tierra¡

Aires ululantes que agitan pañuelos
de polvo en la fuga de los grandes vuelos,
pero que más suaves que los terciopelos
cuando se entrechocan de vagos anhelos
parece que entonces bajó de los cielos
y en una locura de mil ritornelos
se fueran bailando sin pisar los suelos
la vertiginosa danza de los velos.

Tropicales ráfagas que yo rememoro
porque a sus cien rubias trompetas en coro
les debo este gesto con que nunca imploro,
con que nunca tiemblo, con que nunca lloro…

Tropicales ráfagas que yo rememoro
cuando en las llanuras donde muge el toro
y el caballo alegra su clarín sonoro
se iban dando vueltas como trompos de oro.

¡No hay nada en el mundo, ni el sol, ni la guerra
como los salvajes vientos de esta tierra!

Casuhiras del monte, saltantes felinos
que arañan y trepan los árboles finos
y jugando al juego de los remolinos
-¡Oh, azul borrachera de goces divinos!-
suenan en las ramas, cantan en los pinos
y se van rodando tras los campesinos
que en las tardes vuelven por esos caminos
donde la carretera de bueyes cansinos
parece que llora como los molinos.

Pamperos violentos que en las madrugadas
del campo entreabrían las puertas cerradas
como a una nerviosa lucha de estocadas,
yo aprendí en vosotros mis rudas tonadas
y el ir por el mundo como las cascadas:
a saltos, impulsos, carreteras aladas
y no sé que angustia de cumbres sagradas
que me hace ser todo velas desplegadas
para las más hondas rutas ignoradas.

Ciclones marinos que inician un viaje
Que nunca se para sobre el mar salvaje.

Y pifian la fusta de un loco carruaje
que es la desbocada visión del paisaje.

Rompen las estatuas que esculpe el oleaje,
atacan los buques como al abordaje.

Y como en Esquilo dicen un lenguaje
que es más la tragedia de un alma salvaje.

¡No hay nada en el mundo, ni el sol, ni la guerra
como los ciclones del mar de esta tierra!

Mascaichas dramáticos de los temporales
en las sensitivas mañanas rurales
-¡olor a aguas vírgenes, a las selvas y maizales!-

¡Oh, vertiginosos sátiros joviales
que a las campesinas de senos frutales
tirábanles locos los leves percales
como si quisieran, ebrios y sensuales
llevarles rápido hasta los trigales…

Yo aún no me he olvidado que vengo de aquellas
ciudades con cumbre viril de epopeyas
bajo el parral de oro que hay en las estrellas.

¡Si aun siento en mi sangre palpitar las huellas
de aquellas salvajes y dulces doncellas
que a los españoles –danzas y centellas-
por ver a Atahualpa morir junto a ellas
les decían suaves como las estrellas
qué cosas tan tristes…qué cosas tan bellas…
Vientos, vientos, vientos de mi tierra, leones
que el polvo enmelena con sus algodones,
vámonos frenéticos por las poblaciones
de esta vieja América con sus tradiciones
que hacen de las gentes siervos y bufones.

Y arrollantes, trágicos, rompamos canciones
Que agiten como émbolos a los corazones,
refresquen las almas y alcen las pasiones
en las rojas lanzas de otras rebeliones.

¡No hay nada en el mundo, ni el sol, ni la guerra
como los salvajes vientos de esta tierra.!







POLIRRITMO DINAMICO DE LA MOTOCICLETA

Sesgada en el viento la cálida quilla del perfil tajante
y suelto el espíritu al día como una cometa
yo todas las tardes me lanzo al tumulto de las avenidas
sobre un trepidante caballo de hierro
¡mi motocicleta!
Zumban los pedales, palpita la llanta
y en la traquearteria febril del motor
yo siento que hay algo
que es como mi ardiente garganta
con mi explosionante secreto interior.
Y corro…corro…corro…
Estocada de mi ruido que atraviesa la ciudad
y ensarto avenidas…suspiro una rambla…disloco una esquina
y envuelvo en las ruedas
la vertiginosa cinta palpitante de las alamedas…
La fusilería de los focos rompe la iluminación…
Y me lanzo a un tiro de carrera al mar
Y otra vez me escapo por los bulevares,
rápidas serpientes de autos y sombreros,
mujeres y bares
y luces y obreros
que pasan y chocan y fugan y vuelven de nuevo a pasar…
Y corro…corro…corro…
hasta que ebrio y todo pálido
de peligro y cielo y vértigo en mi audaz velocidad
ya mi alma no es mi alma:
es un émbolo con música
un salvaje trompo cálido,
todo el sueño de la vida que en mi pecho incendio y lloro
la feliz carrera de oro
de la luz desnuda y libre que jamás nos dejará.
¡Ah, correr locamente convencido
de alcanzar como los pájaros hasta el confín azul,
escuchando, inclinado,
al oído,
el motor,
cual si fuera el nervioso corazón de un amigo
que se quema en un terco secreto de amor!
¡Los ojos se roban la vida a pedazos!
Luces, hombres, árboles, una estrella…el mar,
y ya solo siento
un deseo loco de ser como el viento
que sólo parece que quiere pasar.
Curva suave,
X patética…embestida.
Repentino embrague seco…vuelta súbita…explosión!
¿Fue la muerte? ¿Fue la vida?
el motor sufre y trepida
y otra vez me empapa el viento con su vino el corazón.
¡Camaradas! ¡Camaradas!
denme una camiseta
de violentas pintas verdes y oros como resplandores
para hundirme a puñaladas
de motocicleta
por el campo estremecido de esta tarde de colores.
En el fulminante
caballo que suena su sangre encendida
para abrir todas las tardes de la vida
a un romántico momento de partida.
Partir…llegar…llegar…partir…
Correr…
volar…
morir…
soñar…
partir…partir…partir…







POLIRITMO DINÁMICO A GRADIN, JUGADOR DE FUTBOL

Palpitante y jubiloso
como el grito que se lanza de repente a un aviador,
todo así claro y nervioso,
yo te canto, ¡oh jugador maravilloso!
que hoy has puesto el pecho mío como un trémulo tambor.

Agil,
fino,
alado,
eléctrico,
repentino,
delicado,
fulminante,
yo te vi en la tarde olímpica jugar.
Mi alma estaba oscura y torpe de un secreto sollozante,
pero cuando rasgó el pito emocionante
y te vi correr...saltar...

Y fue el ¡hurra! Y la explosión de camisetas,
tras el loco volatín de la pelota,
y las oes y las zetas
del primer fugaz encaje
de la aguja de colores de tu cuerpo en el paisaje,
otro nuevo corazón de proa ardiente,
cada vez menos despacio
se me puso a dar mil vueltas en el pecho de repente.

Y te vi, Gradín
bronce vivo de la múltiple actitud,
zigzagueante espadachín
del golkeeper cazador,
de ese pájaro violento
que le silba a la pelota por el viento
y se va, regresa y cruza con su eléctrico temblor.
¡Flecha, víbora, campana, banderola!
¡Gradín, bala azul y verde! ¡Gradín, globo que se va!
Billarista de esa súbita y vibrante carambola
que se rompe en las cabezas y se enfila más allá...

Y discóbolo volante,
pasas uno...
dos...
tres...cuatro...
siete jugadores...

La pelota hierve en ruido seco y sordo de metralla,
se revuelca una epilepsia de colores
y ya estás frente a la valla
con el pecho...el alma...el pie...
y es el tiro que en la tarde azul estalla
como un cálido balazo que se lleva la pelota hasta la red.
¡Palomares! ¡Palomares!
de los clásicos aplausos populares...
¡Gradín, trompo, émbolo, música, bisturí, tirabuzón!
(¡Yo vi tres mujeres de esas con caderas como altares
palpitar estremecidas de emoción!)
¡Gradín! róbale al relámpago de tu cuerpo incandescente,
que hoy me ha roto en mil cometas de una loca elevación,
otra azul velocidad para mi frente
y otra mecha de colores que me vuele el corazón

Tú que cuando vas llevando la pelota
nadie cree que así juegas:
todos creen que patinas,
y en tu baile vas haciendo líneas griegas
que te siguen dando vueltas con sus vagas serpentinas.

¡Pez acróbata que al ímpetu del ataque más violento
se escabulle, arquea, flota
no lo ve nadie un momento,
pero como un submarino sale allá con la pelota...!
Y es entonces cuando suena la tribuna como el mar:
todos grítanle: ¡Gradín! ¡Gradín! ¡Gradín!

Y en el ronco oleaje negro que se quiere desbordar,
saltan pechos, vuelan brazos y hasta el fin
todos se hacen los coheteros
de una salva luminosa de sombreros
que se van hasta la luna a gritarle allá:
¡Gradín! ¡Gradín! ¡Gradín!

MANUEL SCORZA

AMÉRICA, NO PUEDO ESCRIBIR TU NOMBRE SIN MORIRME

América,
no puedo escribir tu nombre sin morirme.
Aunque aprendí de niño,
no me salen derechos los renglones;
a cada sílaba tropiezo con cadáveres,
detrás de cada letra encuentro un hombre ardiendo,
y no puedo ni cerrar la a
porque alguien grita como si se quedara dentro.

Vengo del Odio,
vengo del salto mortal de los balazos;
está mi corazón sudando pumas:
sólo oigo el zumbido de la pena.

Yo atravesé negras gargantas,
crucé calles de pobreza,
América, te conozco,
yo mismo tendí la cama
donde expiró mi vida vacía.

Yo tenía dieciocho años
yo vivía
en un pueblo pequeño,
oyendo el diálogo de musgo de las tardes,
pero pasó mi patria cojeando,
los ahogados empezaron a pedir más agua,
salían de mi boca escarabajos.
Sordo, oscuro, batracio, desterrado,
¡era yo quien humeaba en las cocinas!

¡Amargas tierras,
patrias de ceniza,
no me entra el corazón en traje de paloma!
¡Cuando veo la cara de este pueblo
hasta la vida me queda grande!
¡Pobre América!
En vano los poetas
deshojan ruiseñores.
No verán tu rostro mientras no se atrevan
a llamarte por tu nombre, ¡América mendiga,
América de los encarcelados,
América de los perseguidos,
América de los parientes pobres!
¡Nadie te verá si no deshacen
este nudo que tengo en la garganta!





AÑOS DE LOS CASTIGOS

¡Años de los castigos!
¡Años de las prisiones!
¡Años que se comieron las arañas!
No tuve paz,
ni dónde reclinar la cabeza.
Los trenes me llevaban,
entraban a las tumbas,
cruzaban los infiernos,
mas mi corazón salía
de los hornos tiritando.

¡Años de los perseguidos!
¡Años de los flagelados!
¡Años como ratas echadas a morir!
Como piedra atravesé la vida,
las miserias, las prisiones,
anduve por los pueblos,
llegué a la comarca
donde el pan sólo se viste de fantasma.

Desde casas vacías,
desde catres solteros,
desde trajes gastados y pálidos deudores,
desde domingos sin nadie con quien pasear,
vengo diciendo que los hombres sufren,
las aguas sufren, las camas sufren.

A verme vienen quejándose las tardes,
las piedras quieren que cuente las pisadas,
el túnel tiene hinchado su único ojo,
toca el gallo su corneta lastimera.
¡Oscura es la vida,
la tierra sólo sirve para enterrarnos!





EPÍSTOLA DE LOS POETAS QUE VENDRÁN

Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
tal vez mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas
por donde venía la ardiente cólera.

Yo respondo:
por todas partes oíamos el llanto,
por todas partes nos sitiaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la Poesía
una solitaria columna de rocío?
Tenía que ser un relámpago perpetuo.

Mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir;
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos,
mi corazón no sonreirá.

Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
No digáis el romance de los lirios.
Hay cosas más altas
que llorar amores perdidos:
el rumor de un pueblo que despierta
¡es más bello que el rocío!
El metal resplandeciente de su cólera
¡es más bello que la espuma!
Un Hombre Libre
¡es más puro que el diamante!
El poeta libertará el fuego
de su cárcel de ceniza.
El poeta encenderá la hoguera
donde se queme este mundo sombrío.





SOY EL DESTERRADO

América,
a mí también debes oírme.
Yo soy el estudiante
que tiene un solo traje y muchas penas.
Yo soy el desterrado
que no encuentra la puerta en las pensiones.
Te digo que en las calles
y en las azoteas y en las cocinas,
y al fin de cada día y en mi pecho,
algo está muriendo.

Escúchame:
Yo soy el desterrado,
yo vagué por las calles
hasta que los perros
lamieron mi amor desesperados.
¡Acuérdate de mí!
Hay días que no tengo ganas
de ponerme los ojos,
días en que hasta los pájaros
se pudren a la mitad del vuelo.

¡Amor, amor,
tú no has dormido
en cuartos inmundos;
tú no sabes lo que es vivir
con una mujer que zurce su ropa llorando!

Ay, durante siglos los poetas callaron
y en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba,
hasta que ya no pudimos más,
y el dolor empezó a mancharlo todo:
la mañana,
el amor,
el papel donde cantábamos.
Un día el dolor
empezó a gotear desde abajo,
daban los muros gritos desgarradores,
una mano amarguísima volcó mi pecho.
Ahora vengo a ti gimiendo,
aquí está mi voz encarcelada debajo de esta frente, derrumbado.





CREPÚSCULO PARA ANA

Sólo para alcanzarte escribí este libro.
Noche a noche,
en la helada madriguera
cavé mi pozo más profundo,
para que surgiera, más alta,
el agua enamorada de este canto.

Yo sé que un día las gentes
querrán saber por qué hay tanto rocío en las praderas,
yo sé que un día
irán ansiosas a los campos,
seguirán los hilos de los prados,
y a través de las florestas
llegarán hasta mi pecho,
y comprenderán,
-lo siento, estoy sintiéndolo-,
que es mi amor quien platea por ti el mundo en las mañanas,
y verás esta hoguera.

Desde ciudades enterradas,
desde salones sumergidos,
desde balcones lejanísimos,
verás este amor,
y escucharás mi voz
ardiendo de hermosura,
y comprenderás que sólo por ti he cantado.
Porque sólo por ti estoy cantando.

¡Sólo por ti resplandece
mi corazón extraviado!
¡Sólo para que me veas,
ilumino mi rostro oscurecido!
¡Sólo para que en algún lugar me mires
enciendo, con mis sueños, esta hoguera!
¡El Mudo,
El Amargo,
El Que Se Quedaba Silencioso,
te habla ahora a borbotones,
te grita cataratas, inmensidades!

Algún día amarás,
alguna vez
en las lianas de la ternura enredada
comprenderás que cuando el dolor nos llega
es imposible hablar;
cuando la vida pesa, las manos pesan:
es imposible escribir.
Hasta que con los años las escamas se nos caen.
Y un día, al volver el rostro,
vemos a lo lejos,
como remotos barcos encallados,
cosas que creíamos llevar dentro,
y miramos que son musgo los amores más ardientes.
¡El hombre enceguecido
no escucha las campanadas silenciosas de la hierba,
hasta que encuentra en los caminos,
como culebra, su antigua piel,
y reconoce entre las ruinas
su vieja máscara oxidada,
y descubre agujeros rotos
do eran ojos fulgurantes,
porque el tiempo crudelísimo
injurió el Rostro Puro,
y los años nos pusieron
anteojos de melancolía,
con los ojos que se mira la ruina,
el otoño,
la grosura de las mujeres!

Surge entonces
el Dolor inextinguible,
cual surge ahora esta voz
que llora por los días hermosos,
cuando la vida era azul.
Porque todo lo que nace ha de morir.
¡No digo más porque me entiendes!
Tú sabes que sólo quiero
que, en algún lugar, leas esta carta,
antes que envejezcan los carteros
que te buscan
a la salida de las iglesias,
entre las recién casadas,
a la hora del jazmín rendido.

¡Quiero que el rayo de mi ternura
traspase con lanza a los que no conozco,
y salte noche hirviendo
a los ojos de los que abran este libro,
y en algún lugar
un día de este mundo,
me oigas
y te vuelvas,
como quien se vuelve extrañado
al sentir detrás el resplandor de un incendio,
y comprendas que estoy ardiendo por ti,
quemándome
sólo para que veas,
desde tan lejos, esta luz!





EL REY

No eres nada,
vives oscuro,
en una ciudad perdida.
Pero, de pronto, un día,
al despertar, eres Rey.

Arden musicales
remotos países
avasallados por tu valentía.
Poderoso monarca:
todo lo que tocas es resplandor,
y en tu honor cambian los arcos iris de plumaje.
Y cuando Ella sonríe,
brota agua
en la remota infancia
adonde se asoma,
tu pequeña vida ansiosa,
rapaz distante de todo.
Mas viene el Viento
y lo derriba todo:
cristal roto es tu monarquía;
vives en una ciudad malvada;
el tiempo sólo significa
que tus zapatos ya no resisten otro invierno.

Eras Rey
pero ya no te sonríe Esa Mujer.





ELEGÍA DE LOS DESCONOCIDOS

Ya no nos conocemos, ya no nos entendemos,
¿qué pasa?

Nuestro amor como los árboles daba pájaros.
¿Qué está pasando?

El viento del mar desesperado
agita pañuelos de musgo en las esquinas.

Me voy.
Pañuelo de llorar: mejor me voy.

Al atardecer los pájaros también se van,
viajan a las torres buscando picos tiernos.

A los reptiles, yo.
Al fondo del agua a vivir ardiendo.

Porque para esta sed el agua está vacía,
vacía está el agua para mi corazón sediento.





LA CASA VACÍA

Voy a la casa donde no viviremos
a mirar los muros que no se levantarán.

Paseo las estancias
y abro las ventanas
para que entre el Tiempo de Ayer envejecido.

¡Si vieras!
Entre las buganvillas
cansadamente juegan
los hijos que jamás tendremos.

Yo los miro. Ellos me miran.
Mi corazón humea.
Éste es el sitio
donde mi corazón humea.

Y a esta hora,
en el balcón, callada,
yo sé que tú también te mueres
y piensas en mí hasta ensangrentarte,
Yo también pienso en ti.

Óyeme donde estés:
por esta herida no sale sólo sangre: me salgo yo.





LA CITA

Son las siete;
la calle está oscura;
ya no vendrás.

Aunque llegaras
todas las tardes
a la orilla de esta cita,
y aguardaras, inmóvil,
todas las horas que en el mundo faltan
ya no me hallarás,
porque esperándote perdí mi juventud.

Y no como el guerrero
que las manos moja
en la espuma bermeja de la guerra.
¡No como los ardientes varones que conocí! :
¡Alexander extraviado en la espesura!
¡Gabriel amarrado a los torrentes!
¡Eugenio deshojado a la aventura!
¡Amaro, que un día solo con tu fusil partiste!
¡Os envidio, jóvenes vehementes,
a quienes no bastándoles los crepúsculos,
por mirar llamaradas
incendiaron su propia edad florida!

Yo, miserablemente
perdí mi juventud;
aguardando que cumplieras
la cita de los parques,
gasté los veloces años.
¡Oh cafés humosos donde fingí
leer los diarios de mi feroz melancolía!

Esperándote perdí la juventud
y me pesa.
Son las siete:
y estoy solo.





LA LÁMPARA

Como la lámpara olvidada
arde invisible en el día,
así mi corazón se ha consumido
sin que tú lo vieras.

Mas ya pasaron para ti las mieses,
y tardos los años,
yo sé que ahora
tus ojos buscan
las huellas bermejas de mi pasión.

Es tarde:
mi corazón calcinado
apenas soporta sus cenizas,
y aunque estás cercana,
y quiero llamarte
mudas están las hogueras
donde antaño ardieron
airadas voces tiernas.

Mi tristeza ya no puede
ni con el peso del rocío.

Es tarde:
la vida se nos gasta en actos vanos

Es tarde:
detrás de mis ojos ya no hay nadie.





LA PRISIÓN

¡No puedes salir del jardín
donde mi amor te aprisiona!

Presa estás en mí.
Aunque rompas el vaso,
seguirá intacta
la columna perfecta del agua;
aunque no quieras siempre lucirás
esa corona invisible
que lleva toda mujer a la que un poeta amó.

Y cuando ya no creas en estas mentiras,
cuando borrado el rostro de nuestra pena,
ni tú misma encuentres tus ojos bellísimos
en la máscara que te preparan los años,
a la hora en que regatees en los mercados,
los jóvenes venados vendrán a tu Recuerdo
a beber agua.

Porque puede una mujer
rehusar el rocío encendido del más grande amor,
pero no puede salir del jardín
donde el amor la encerró.

¿Me oyes?
No puedes huir.
Aunque cruces volando los años,
no puedes huir:
yo soy las alas con que huyes de mí.





LA SOMBRA

Como el centinela
que en la agreste torre
lucha por no rendir los ojos al invencible sueño,
yo resisto al olvido.

Pero te me vuelves pequeña;
la lluvia moja
las calles de 1943;
la lluvia rompe
el cristal en que te guarda
mi juventud.

¡Miseria de los amantes
que locamente sueñan
eterna la eternidad!
El Día es de espuma,
niebla es la carne,
humo el ayer.

El país luciente
de nuestra juventud hermosa,
el tiempo asoló con sus ejércitos potentes.
Marcial acampó la herrumbre
donde ardió la rosa.

En la memoria sólo una calle queda
por donde caminas lentamente.
Ya casi no te miro,
y el moribundo sol, atardeciendo,
te torna cada día más pequeña.

Pero pasan los años,
y a medida que te vuelves más pequeña,
arrojas una sombra más larga.





MÚSICA LENTA

Para que tú entres,
a veces de tristeza, el corazón se me abre.

Como una puerta tímida,
para que tú entres, el corazón se me abre.

Pero tú no vienes,
no vuelas más sobre los campos.

En vano mi corazón
a la ventana de su dolor se asoma.
Pasas de largo,
como si el viento
soplase sólo para allá.

Pasa la mañana y no viene la tarde.
Y el corazón se me cierra,
como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.





NOCTURNO SALVADOREÑO

La noche era bellísima.
Yo te quería.
San Salvador brillaba entre las flores.
Yo te quería.
La Felicidad nunca tendrá tus ojos azules.
Yo te quería.
Dueña de los Crepúsculos.
Yo te quería.
Pastora de la Brisa.
Yo te quería.
Ruiseñor Malvado.
Yo te quería.
Espuma del Silencio.
Yo te quería.
Agua bajo los Puentes.
Yo te quería.
Olvida los cantos que te escribí.
Yo te quería.
Aun ahora, aunque sea tarde,
y una paloma ciega
vuele para siempre entre nosotros.

Adiós a las bandadas,
adiós al tesoro enterrado en tu infancia,
adiós a las Hadas porque las Hadas no existen.

Ya dije las cosas que dije.
Por las que callo ha de crecerme musgo en la voz.
Cuando termine de contar esta agonía,
otro hombre se levantará de esta mesa.

Tal vez él no recuerde.
¡Pero yo me acuerdo tanto!
¡Si supieras cuánto te recuerdo!





SERENATA

Íbamos a vivir toda la vida juntos.
Íbamos a morir toda la muerte juntos.
Adiós.

No sé si sabes lo que quiere decir adiós.
Adiós quiere decir ya no mirarse nunca,
vivir entre otras gentes,
reírse de otras cosas,
morirse de otras penas.
Adiós es separarse, ¿entiendes?, separarse,
olvidando, como traje inútil, la juventud.

!Íbamos a hacer tantas cosas juntos!
Ahora tenemos otras citas.
Estrellas diferentes nos alumbran en noches diferentes.
La lluvia que te moja me deja seco a mí.
Está bien: adiós.
Contra el viento el poeta nada puede.

A la hora en que parten los adioses,
el poeta sólo puede pedirle a las golondrinas
que vuelen sin cesar sobre tu sueño.





VIENTO DEL OLVIDO

Como a todas las muchachas del mundo,
también a Ella,
tejieron la
con sus sueños,
los hombres que la amaban.

Y yo la amaba.

Pudo ser para otros un rostro
que el Viento del Olvido
borra a cada instante.
Pudo ser,
pero yo la amaba.


Yo veía las cosas más sencillas
volverse misteriosas
cuando Ella las tocaba.
Porque las estrellas de la noche
¡Ella con su mano las sembraba!

Los días de esmeralda,
los pájaros tranquilos,
los rocíos azules,
¡Ella los creaba!

Yo me emocionaba
con sólo verla pisar la hierba.

¡Ah si tus ojos me miraran todavía!

Esta noche no tendría tanta noche.
Esta noche la lluvia caería sin mojarme.

Porque la lluvia no empapa
a los que se pierden
en el bosque de sus sueños relucientes,
y sus días no terminan
y son sus noches transparentes.

¿Dónde estás ahora?
¿En qué ciudad,
en qué penumbra,
en cuál bosque
te desconocen las luciérnagas?

Tal vez mientras escribo,
estás en un suburbio,
sola, inerme, abandonada...

¡Abandonada, no!

En tu ausencia
mi corazón todas las tardes muere.





ROSA ÚNICA

La hierba crece ahora
en todos los crepúsculos donde antes sonreías.

La hierba o el olvido. Es igual.
Entre mi dolor y tu silencio,
hay una calle por donde te marchas lentamente.

Hay cosas que no digo porque ciertas palabras
son como embarcarse en interminables viajes.
Para mi amor siempre tendrás veinte años.
Mientras yo cante en tus ojos habrá agua limpia.
Ya para siempre
mi amor te circunda de cristal.

Puedes morir mil veces.
Inmutable en mi canto estás.
Puedo olvidarte.
Mas olvidada, resplandecerás.

¿Qué son las luciérnagas
sino remotas luces
que extintos amadores antaño encendieron?
¿Qué son sino carbones
de hogueras que perduran,
tras que sus caras y sus bocas se rompieron?

Te digo que ni el rocío
con tu rostro se atreverá

No envejecerá la muchacha
que, reclinada en mi sangre,
un día miró una rosa hasta volverla eterna.

Ahora la Rosa eterna está.
Yo la distingo única,
perfecta, en los jardines.
Por las montañas y collados
búscanla gentíos.
Sólo mis ojos que tus ojos vieron,
la pueden mirar.





DESENGAÑOS DEL MAGO

A Jorge Zalamea
in memoriam

1. Yo vivía en una torre que custodiaban tardes
de susurrantes collares.

Yo acechaba a las caravanas que, al caer
los crepúsculos, entraban en los patios
polvorientas de azul.

Yo jamás dormí.

Tal vez dormí, tal vez soñé que un ruiseñor sediento
secaba los mares.

Tortugas sospechosas empezaron a seguirme.

Yo en las tardes miraba flotar en los estanques
ciudades de ojos magnéticos.

Cada noche la marea depositaba en los árboles
islas dormidas.

Lucy sollozaba por los elefantes enredados en mi
barba.
Lucy era una gaviota.
Yo era un cangrejo, un lirio, un árbol
relampagueante.

2. Déborah: si alguna vez desciendes de los tejados,
si alguna vez emerges de los cementerios donde
vives, y cruzas (ave o demonio) por la Plaza del Oso,
me verás bajo la lluvia esperándote. Porque amé tu
calavera de conejo, amé hasta enloquecer tu rostro
dañino.

Déborah y yo cabalgamos sobre un escarabajo
de ojos penetrantes y en días de tristeza recorrimos
espejos, uniformados de azur.

Déborah se mataba las pulgas mientras yo recitaba
mis grandes cantos.

Sólo una vez me permitió besarla. Fue en los
jardines: la primavera silbaba su tonadilla.
Ella movía la cola, azorada.

Pero tan pronto la besé, sacudió el polen de su falda,
aulló a la luna y huyó por los desfiladeros.

Yo felizmente era un topo, dichosamente excavé un túnel.

Yo estaba solo amancebado con la luna.
Bien lo sabes, Déborah, mi araña incomparable,

¡Oh mi alondra!
¡Oh mi cítara enlutada!

3. Antaño fui un mago melancólico, panteras
invulnerables me seguían arropadas en sus sedas.

Poblé los cielos de bondadosos monstruos.

Yo tenía veinte años: el año empezaba.

La abominable tripulación puso proa al paraíso.

¡Proa al paraíso, charcos de maldad!

(" ¡Nunca te traicionaré! ¡No me rendiré mientras
chapoteen las sirenas! -mentíale a mi musa".)

Remonté ríos de erizados dientes.

Era el tiempo humeante de mi generación.

Todavía escucho gritar a los unicornios pisados
por la multitud.

El gentío himpla para que abdique.

Pero yo no cambio de plumaje: me niego a iluminar
con mi canto los fétidos establos de la noche.

No más embustes:
que el Poeta se quite el antifaz y muestre su pico
afilado.

Rabiosos ejércitos nos buscan.

Mas yo vuelo hacia el futuro, yo anido en el pasado.

Os prometo: una brisa de alondras refrescará
el infierno.

4. Y llegó el tiempo del murciélago.

En los caminos colgaron a los elfos.

Pintarrajearon a las hadas antes de forzarlas.

Fracasaron mis magias.

Vagué por llanuras de trapo,

Me hinché de moscas como un verano gordo,

Estuve en Samarcanda, la de cabeza sumergida.

Sólo insectos poblaban tu urbe, desesperación.
¡Oh desolado, sólo tu pueblo ciego te miró envejece.
ante las murallas!

Atravesé salones enjoyados donde el tigre husmeaba
tigres gigantescos entre cuyas zarpas pasan ríos
despavoridos.

Huí de aquellas tribus.

Llegué a Nínive, la de ojos sangrantes.

La tarde era un pez de tetas fosfóricas: el río
arrastraba imperios de oro danzante:
yo mismo era una serpiente.

Tuve suerte: me amamantó una hembra cuya gordura
a los naturales aniquilaba.

Yo saludo a la que me llevaba muérdago y ratones
frescos a mi cubil, yo celebro a la que lamía mis
cabellos

Oh Nínive vestida con mi dicha.
Nínive de ojos inaccesibles.
Nínive de torres soñolientas.
Nínive donde queda mi corazón ardiendo.
Así empezaron los años de mis inolvidables
desgracias, aquel amor que fue mi ruina.
5. Al salir me derribaron los coletazos del viento
enloquecido por los piojos.

Para vivir compuse canciones: la turba me arrojaba
oro entre los barrotes.

Ya era tarde.

Enfermé.

Agonicé en los bosques. Mi trono era la luna; mi cetro,
el aullido del lobo.

Peinábame el sol, adulábanme sus hipócritas vasallos.

Recliné la frente en las catedrales.

Caían las torres envenenadas
Sangraban los obeliscos.
El mar encaneció, las islas huyeron.





VALS GRIS

Las torres más valientes
agachan la cabeza
cuando el otoño llega
con el plumaje acribillado.

En otoño los árboles
encienden sus ojos más tristes.

Otoño sin embargo era
cuando miré en tus ojos
comarcas donde ardía otro sol.

Agosto, el cojo malvado,
escupía las ventanas;
la niebla graznaba en los tejados.

Pero nosotros caminábamos
-oh praderas, oh puentes-
por países de diamante.

Tus veinte años saltaban como peces
y el corazón merlín se me saltaba.

En el palacio de las luciérnagas
bailamos danzas desgarradoras.

Hoy llega sin ti el otoño
y sin ti los crepúsculos desalentados
sólo saben ponerse sus viejos trajes.

Los pájaros idiotas
repiten verdosos
las canciones de ayer.

Lentas cruzan el cielo
las tardes astrosas.
Pobre el mundo:
sólo tú autorizabas lo maravilloso.
Vivir es largo.
Ave carnicera es la Melancolía.





VALS VERDE

A Rubén Bonifaz Nuño, en memoria de
los días que galopamos por los desiertos
allá lejos.

No viajaremos
a países de cabellera incandescente.

No partiremos,
no saldremos de la ciudad ululante.

Bajo los árboles vertiginosos del crepúsculo,
vestidos de viudos, hemos de vernos.

En las estepas de los gentíos
me verás, te veré, nos veremos.

Y alrededor de nosotros
los recuerdos de pico ensangrentado.

Las hélices amarillas del otoño
degollando pájaros inocentes.

Cierta tarde -cualquier tarde-
en una esquina nos desconoceremos.

Y por calles diferentes
a la vejez nos iremos.






DALMACIA

Como Jonás viví mi juventud en el vientre
de Dalmacia.

Brisas eran mis cabellos, tifones mis cejas.

En tu vientre más alto que Orión millones
de estorninos revoloteaban.

Yo me sumergía a buscar pececillos, recorría
ramblas, penetraba a los iglúes a dormir con
ondulantes hembras.

El viento de marzo quiebra los frascos
donde Dalmacia guarda nuestros fetos.
Villanos: éste es el tiempo en que menstruan
los años.
Éramos felices: por nuestros anillos Saturno
saltaba dichoso.
Jaulas de alisios, auroras palpitantes
Dalmacia me traía.
Pero faltaron las brisas, las pestes
despoblaron los mares.

Bajo soles negros, la lengua seca, vagamos
por océanos calvos.

Dalmacia agonizante me vomitó sobre las playas,
Yo quise besarla,
hacia países verdes en brazos conducirla.

Yo grité desde los acantilados:
¡Dalmacia, es difícil vivir!
¡Es difícil llevarse a los labios tazas
humeantes de sueños!

No me oía.
Entre los témpanos nadaba para siempre neblina.





EVA

Entre todas las doncellas que pastan
en los patios del Sofista ninguna más hermosa
que Eva,

Eva, la del cuello especialmente creado
para ramonear hierba en otros planetas.

Eva,

ahora sólo eres un agujero donde el zorro
esconde sus tesoros epilépticos.

Eva,

por tu anillo
pasaban tiritando, el falo erecto, los planetas
iracundos.

Eva y yo a picotazos disputábamos
los gusanillos de los años.
Ustedes son jóvenes,
ustedes nunca sabrán cómo era este
poblado en el tiempo en que la ciudad vivía
colgada del rabo de los purísimos mandriles.

La corniveleta muchacha llegaba.
Hervía la ciudad.
En los billares pastan las calumnias,
en los circos cacarea la arena.
Me saltan las lágrimas cuando el Dandy
me conduce a los balnearios donde Eva los
obeliscos de nuestra pasión empollaba:

Por las playas buscábamos delirios, quizás estrellas,
megaterios.
Decenios recorrimos las arenas
hasta reconocer tus ojos en una malagua.

Eva: tu belleza ofendió a las matronas.

El Inquisidor mandó desnudarte: en tus senos
los alguaciles descubrieron huellas de los mordiscos
del Giboso.

El gentío aulló: esa misma tarde te condujeron
a la hoguera.

Desde entonces ardes
y a veces en las noches me despiertan
los chillidos de tu calavera azul.





RUMOR EN LA NOSTALGIA ANTIGUA

Cuando la luz cansada de embestir al día
vara en los muelles su cadáver dorado,
y está el silencio entre los ausentes
y las golondrinas,
poniendo huevos lentos,
¿vuelve el agua a los pétalos del rayo?
¿torna el cristal a desplumarse en la azucena?
¿escuchas al otoño, bandada por bandada, aterrizar
entre los resortes ruinosos del poniente,
me oyes llegar pisando el olor que humea
de las manzanas sumergidas, me escuchas...?

Yo recuerdo que el día en que la luciérnaga
se puso su anillo de barcos perdidos,
el tiempo bajó a mirarte hasta las cosas mudas.
¿Quién se acordó entonces del rocío sujetando
a las palomas ?
¿quién racimo de planetas enfermizos ?
¿quién soledad desfondada por los muertos?
¿ quién cuchillo afilado en la luna?
Era el mes de las olas arrodilladas esperando
tu corona.
Era la mitad desde el plumaje deshecho de la tarde,
desde las corrientes, desde el olvido.

Y ahora estoy en medio de los meses invadidos
entre las finales cáscaras del día!;
oigo que te pones el vestido sucio de un fantasma,
siento que un sol ciego
te llueve con plumas aguas, y ya no te conozco.
¿Quién, pues, eres tú que desaguas eternamente
al otoño con tu cubo ?
¿quién que enroscas tu barba al horizonte?

Ésta es la hora
en que la luz se arranca las pestañas
tirita el lirio en la cama polvorienta del relámpago,
viaja el toro al dorso del bramido.
Ésta es la hora
en que a tu isla de párpados recién cernidos
llega la lluvia desangrándose de ruiseñores.
¡A ver la niebla, que él está mirando!

¡A ver la hierba, que yo no tengo la culpa
que empañe el paisaje como un vaso!

¡Ah, combatiente, qué dirías si vieras
el resplandor que te encuaderna las entrañas!
¡Ya no es posible que no sepas que tus dedos
emergen de los golfos trayendo aquí
todos los días una flor de luz petrificada!
¡Ya no es posible, ni tampoco quiero,
que mi corazón se vaya
en el carruaje amarillento de las hojas!

Mas no lloradlo.
A Él lo construye perpetuamente el agua.
En el principio, cuando la lágrima vuelve
a su trono transparente, lo edifica
el viento que borra los sepulcros.
¿Qué lo han visto en los malecones
por donde llega el otoño,
de jazmín en jazmín desde el fondo de la tierra?

Levántate,
las gentes no quieren creerme
que por todas partes limitas con el alba,
que estás en la gota donde, ya en ruinas,
agitando los brazos se despide el horizonte...

MARÍA EMILIA CORNEJO

Un mito para su vida
María Emilia Cornejo murió en setiembre de 1972, a la edad de 23 años en la ciudad de Lima, producto de una sobredosis de pastillas. En el círculo literario se cuenta que se había casado con Oswaldo Márquez y que deseaba con muchas ansias ser madre; sin embargo, perdió su bebe cuando tenía tres meses de embarazo. Luego, la depresión fue mellando su existencia.
La poeta-mujer estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de san Marcos y participó del taller de poesía de dicho claustro universitario que era dirigido por Hildebrando Pérez junto al poeta Marco Martos. Aunque su asistencia fue irregular entre 1970-1972 y que pocos sabían que era poeta, algunos de sus escritos fueron publicados en 1970 en la revista Gesta y luego de fallecer fueron impresos tres poemas por Isaac Rupay, Director de la revista literaria Eros, en el único y mítico número de 1973.
Armando Arteaga la describe como misteriosa y silenciosa, amable y agradable en su conversación, de una presencia frondosa y de una ternura ideal. Mientras José Rosas Ribeyro narra que semanas antes de su suicidio, ella asumiría una actitud desesperada, desolada, con la angustia marcada en el rostro y la firme intención de ahogar su malestar existencial en el alcohol y el jolgorio de las fiestas.
Al margen de los adjetivos para ella, Cornejo es considerada la iniciadora de la nueva corriente del erotismo de la poesía en el Perú. Ella se atrevió a presentar una voz femenina como yo poético que desnuda su pudor y condición de mujer para plasmar las contradicciones entre la vivencia del cuerpo y las consecuencias de sentir, amar y sufrir por ser el complemento del varón y ser ella misma. También, a través de su poesía, aunque en algunos poemas específicos, se puede valorar su preocupación social producto del momento histórico y contextual que le toco vivir.

La historia mala
José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos han confesado que los poemas “Soy la muchacha mala de la historia”, “Como tú lo estableciste” y “Tímida y avergonzada” de MEC: “…son resultado de un trabajo de montaje y construcción que en 1973 hicimos al año de su muerte (la de Cornejo, en 1972)”... lo cual ha sido confirmado por Hildebrando Pérez, quién alcanzó los poemas para la recolección y reunión del poemario en construcción. El libro póstumo En la mitad del camino recorrido, se publicó 16 años después por el movimiento Flora Tristán.

SEUDÓNIMO: María Márquez
CARACTERÍSTICAS:
• Expresa la experiencia amorosa y erótica del sujeto femenino.
• Manera desenfada de construir poemas, rompiendo estructuras hasta entonces respetadas.
• Poesía Social.
• Atmosfera intimista.
• Inaugura una temática nueva en la poesía peruana.
• Vivencia del cuerpo.
• Temática sexual.
• Uso directo del lenguaje.
• Su poesía esta circundada por la desolación, la angustia y el amor.
• Profunda contradicción de la vivencia del cuerpo femenino que niega y afirma al mismo tiempo sus deseos.

OBRA:
Libro póstumo: En la mitad del camino recorrido (1989), publicado 17 años después de su deceso. 31 poemas divididos en 5 secuencias.

Breve Antología


Hubiéramos querido tener en nuestras manos...

Hubiéramos querido tener en nuestras manos
la eternidad de nuestras vidas
pero sólo nos era permitido
ocupar el cuarto por tres horas.
la vieja cama rechinó hiriendo nuestros oídos,
para entonces ya nada importaba.
con las precauciones del caso
cara - a - cara
intentamos recuperar nuestro destino
y nos amamos desesperadamente.
yo
todavía conservo
una mata de tu pelo entre mis piernas.




Envueltos en las sábanas de tu cama, esa cama tuya...

Envueltos en las sábanas de tu cama, esa cama tuya
cargada de pesares
descubrimos las mil formas del amor;
mis senos como palomas alimentaron tus angustias
y tus pasos se perdían locos en la llanura de mi vientre,
¡oh! fauno enamorado
cabalgabas sobre mí desesperadamente.
tus labios tomaron posesión de mi sexo
y una lluvia de estrellas bañó nuestros cuerpos
y tu semen vino a mí curando todas mis penas.
al final fumamos y nos quejamos del viejo colchón de paja
limpiamos nuestros sexos
hurgamos en viejos poemas la definición de lo nuestro
volvimos a fumar
y las cuatro paredes de tu cuarto se hicieron evidentes
tan claras y evidentes.
yo te dije adiós y tú prometiste llamarme.




Entro lentamente por tus venas...

Entro lentamente por tus venas
hasta inundar
todos los rincones de tu cuerpo
rescato tu nombre milenario
en cada arteria
te pierdo y me encuentro
en la profundidad de tu mirada
sin compañía alguna
invado tus pulmones
y vivo
y me recreo
con el aire que respiras
avanzo por debajo de tu piel
y organizo con exactitud
el metabolismo de tus penas
y tu cuerpo se convierte
en la zona sagrada de mi vida.
sin embargo,
hoy es mañana
y mañana será nunca.




Siempre supe que te encontraría...

Siempre supe que te encontraría
en alguna vieja calle de Lima.
desde entonces
preparo cuidadosamente nuestro encuentro.





Te beso en los ojos, en la cóncava mudez de tu inocencia...

Te beso en los ojos, en la cóncava mudez de tu inocencia,
te beso y todo tu cuerpo se viste con flores de un canto primaveral,
te beso y conviertes las cosas en hechos silenciosos y llenos de asombro,
te beso al fin
te beso.





Después de un lento aprendizaje...

Después de un lento aprendizaje
puede reconocer sin equivocarme
las formas de tu cuerpo,
besar tiernamente tus mejillas
y saber con exactitud
las dimensiones de tu falo.
ahora, cada encuentro se convierte
en el hecho cotidiano de besarse
meternos en la cama y repetir
los movimientos del amor.
tu cuerpo se estremece a cada orgasmo,
yo te pido más
y en la necesidad de recuperarte
mis labios exploran tu pubis,
para entonces
cansado y sudoroso.
mis senos abrigan tu sueño.





Vienes a mí...

Vienes a mí
¡oh! viejo ulema
a cubrir la inocencia de mi cuerpo
con una estela de rosas pardas y amarillas;
vienes a mí
y conservas la ubicuidad de todos mis momentos
y eres oráculo
maravilloso y perdido
que predice todas mis desdichas.





Debí seguir tus consejos...

Debí seguir tus consejos,
no leer más a Kafka
ni frecuentar esos cafés
que tú sí frecuentas;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.





La soledad abrumadora de mis días...

La soledad abrumadora de mis días
se acrecienta en mis oídos
hasta hacerlos estallar,
ya nadie respeta mis decisiones;
soy la hija extravagante y loca
que hay que rescatar.
entonces
cada palabra mía se convierte
en un grito desgarrador
sin eco y sin respuesta.





Me encontraste en la mitad de todos mis caminos...

Me encontraste en la mitad de todos mis caminos
y avanzaste lentamente hasta inundar
todos los rincones de mi vida.
ahora,
soy la mujer que sigue
sigilosamente
tus pasos
la que aguarda en cada esquina tu llegada,
soy la mujer incondicional
que nada pide a cambio
la que siempre te recibe
y te abre las piernas sin chistar.
soy la mujer,
tu mujer,
que guarda tus más gratos recuerdos;
la que nunca olvidará tu nombre
soy la mujer qe conservará como un tesoro
todos tus orgasmos
tu desesperada forma de amarme.
soy la mujer,
tu mujer,
y te amaré
hasta entregarte toda mi piel.





He vuelto al camino de la soledad...

He vuelto al camino de la soledad
al camino de la transparencia y la limpieza
he vuelto a los lugares inéditos
donde miedos milenarios pugnan por salir.
he vuelto
yo lo sé,
a la angustia de una noche que se acaba,
al poema terminado,
al silencio,
a mi vida.





Quiero volver a encontrarte...

Quiero volver a encontrarte
en lo sillones tímidos de tu patio,
amoroso patio empedrado de tiernos olores.
quiero oír tu voz en las mañanas
y
en la inquietud de tu cama encontrar
todo amor
el lenguaje de tu boca.
quiero tu palabra como piedra que cae
amorosa piedra de tu patio
patio tuyo
escondido.
quiero tu presencia de silencios
como ecos que no acaban
tu presencia de helechos frescos
suaves helechos de tu patio
patio tuyo que he perdido.





Mis huesos...

Mis huesos
junto a mis años,
de miles de horas,
se acomodan
cada día
en el hueco de tu cuerpo;
mis ojos, cansados de ver y no verte,
recorren tocando cada una de tus venas,
y
en la hora del amor
tu pelo vibra
en mi pelo,
y es la noche
único testigo
de
nuestra
diaria
celebración.





Bajo un sombrero negro...

Bajo un sombrero negro
mis pies van saboreando
un camino de piedras;
mi voz,
cantando al viento,
se enreda entre las hojas
y es poco el cielo
para cobijar mi alegría.





De día...

De día
mi cuarto es primavera
de flores y rosas
y
cuando llega la noche
es aquel viejo reloj
cansado y sin horas
que espera,
y simplemente espera
al tiempo
que viene en mi contra.

es sólo el tiempo
que viene en mi contra
y no me deja morir
porque
ya no
ya no le temo a la muerte
pues
sentado junto a ella
hoy
ya no tengo
la culpa
de
sentirme sola.





Todas las cosas tuyas...

Todas las cosas tuyas
te poseen
como un secreto
en cada una de sus partes.
en el reloj
de caracoles sonoros
eres
las manecillas lloronas
que aturdan
segundos y minutos;
tienes con el tiempo y el reloj
una sagrada alianza
y cual dios
todo lo detienes
y todo lo conviertes en espera;
y sólo tú sabes
cuántas horas he perdido
tratando de olvidarte,
entre libros de polvo y años
que algún poeta enamorado
a su amada dedicó;
tratando de olvidarte
en cada una de tus cosas
en todas las cosas tuyas
que te aguardan y conservan;
y tienen vida,
la biblia que tiene tu palabra,
de ceniza y cal ardiente,
de enfermedad, delirio y muerte;
la rosa que tiene tu perfume,
de tibieza y paz constante,
de amor, dulzura y vida;
y la losa con tu nombre
que te aguarda eternamente,
desde el origen del mundo
y de tus días.





Trato de guardar...

Trato de guardar
los mejores momentos que pasamos juntos,
nuestra loca decisión de meternos desnudos en el mar
de hacer el amor sobre la arena.
trato de guardar
tu cuerpo poblado de bondad
tus manos llenas de ternura
y tu infinita paciencia en cada esquina.
trato de guardar
tu llanto de caballo herido
tu grito desesperado ante mi frigidez.
trato de guardar
tus pasos siguiendo mi vida
tu entrega incondicional
y esa forma tan tuya de hacerme feliz.
trato de guardarlo
en el único lugar que queda intacto.
todo lo guardo en mis ojos.





Me encontraste en la mitad de todos mis caminos...

Me encontraste en la mitad de todos mis caminos
me tomaste de la mano
y yo te seguí ansiosamente,
ninguna cama nos aguardaba
sin embargo
cualquier lugar era apropiado
para juntar nuestras desdichas.
mis senos maduraron como dos frutos entre tus manos
y descubrí que el amor
no siempre necesita un lecho de rosas.





Empezar otra vez a buscar un parque poco iluminado...

Empezar otra vez a buscar un parque poco iluminado
para rescatar el color de las rosas
y caer entre geranios y azucenas.
embriagados de amor
recorremos a cien por hora nuestros cuerpos,
y tus manos hurgando en mis senos
no consiguen encontrar la respuesta a tus preguntas.

alguien se asoma tímidamente
y
nosotros
hipócritamente
encendemos un cigarrillo.
las calles de Lima nos aguardan para gritarnos a la cara
nuestro desamparo.
frustrados y agotados nos despedimos,
ambos sabemos que no será la última vez.





Desde lo oscuro...

Desde lo oscuro
de mi cuarto
te veo,
conversando alegre,
riendo,
compartiendo y
amando.
discutiendo,
pero siempre
disfrazando
tu soledad
de muchas noches.





SOY LA MUCHACHA MALA DE LA HISTORIA

Soy
La muchacha mala de la historia
La que fornicó con tres hombres
Y le sacó cuernos a su marido.

Soy la mujer
Que lo engaño cotidianamente
Por un miserable plato de lentejas,
La que le quitó lentamente su ropaje de bondad
Hasta convertirlo en una piedra
Negra y estéril
Soy la mujer que lo castró
Con infinitos gestos de ternura
Y gemidos falsos en la cama

Soy
La muchacha mala de la historia.





COMO TÚ LO ESTABLECISTE

Sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.

ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
Inacabado y ajeno
invade de escrúpulo mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.





MI PUEBLO NO ES

mi pueblo no es
un mapa de veinticuatro colores
quiero decir
una selva verde
una costa blanca
una sierra ocre;
y digo
mi pueblo no es
un mendigo en su banco de oro
ni un paraíso perdido;
mi pueblo
mi pueblo sufre
y es
gente dividida en colores,
mendigos y explotadores.






TÍMIDA Y AVERGONZADA

tímida y avergonzada
dejé que me quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
Sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo pude llorar.
oí que me decías que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome
"nunca confíes en los hombres".
Comprendiste mi dolor
Y con infinita ternura
Cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.

(De Eros Nº 1, agosto de 1973)




TERRIBLEMENTE TUYA

terriblemente tuya
acudo noche a noche a la inquietud de tu cama,
bric-a-brac, bric-a-brac, bric a brac,
los grillos nos espían,
un torrente de mariposas
cubre la desnudez de nuestros cuerpos
y celosamente conserva las ondulaciones de tu talle
yo
guardo en mi memoria
tus labios explorando mi cuerpo.

MARIO FLORIÁN

ARENGA AL PERUANO

No te sientas pequeño, hombre común peruano,
Peruano de estos días: confirma tu grandeza
Delante de tu huésped, delante del foráneo
Que llegó de muy lejos a comer de tu mesa;
Que llegó de muy lejos a vivir en tu espacio,
Y a hablarte de su origen y a hablarte de su fuerza.
Tu desciendes del puma, tu desciendes del rayo.
Y en tus músculos duerme colosal fortaleza.
No te humilles. Despierta. Elévate peruano.
Erígete. Ya es hora. Revive tu ejercicio
De amansador de Mundos, de continentes bravos,
De forjador de imperios sobre precipicios.
Levántate peruano. Pisa otra vez tu tierra...
Que el horizonte vea tu figura broncínea
De semidiós, de cóndor. Despliega tu mirada
Y el poder de tus alas y tu aptitud antigua.
Vindícate en la tierra... Porque estás en tu tierra
Desde hace eternidades... Y tu tierra te adora.
¡Exprésate peruano! ¡Exprésate de nuevo!
¡Sé heroicidad, destino! ¡Levánte! ¡Ya es hora!




PASTORALA

Pastorala
Pastorala,
más hermosa que la luz de la nieve,
más que la luz del agua enamorada,
más que la luz bailando en los arcos iris.
Pastorala.
Pastorala.
¿Qué labio de cuculí es más dulce
que la lágrima de quena más mielada
que tu canto que cae como lluvia
pequeña -pequeñita- sobre flores?
Pastorala.
Pastorala.
¿Qué acento de trilla - taqui tan sentido,
qué gozo de wifala tan directo
que descienda -amancay- a fondo de alma
como baja a la mía tu recuerdo?
Pastorala.
Pastorala.
Por mirar los jardines de tu manta,
por sostener el hilo de tu ovillo,
por oler las manzanas de tu cara,
por derretir tu olvido: ¡mis suspiros!
Pastorala.
Pastorala.
Por amansar tus ojos, tu sonrisa!
perdido entre la luz de tu manada
está mi corazón, cual huérfano allko
cuidándote, lamiéndote, llorándote...
Pastorala.
Pastorala.




YO SOY UN PASTORCITO

En este campo verde,
donde retoza el sol,
pastoreo mis lindas
ovejas de blancor.

Yo soy un pastorcito,
yo soy un buen pastor.
Hago salir de mi honda
pedrusco volador.

Al pie de mi rebaño,
silbando una canción,
a la majada vuelvo
con poncho bicolor.

Y a la majada llego
cuando declina el sol,
silbando, modulando
mi pastoril canción:

-Yo soy un pastorcito,
pero, con mi honda, yo
hago correr al puma,
al zorro y al halcón...!




LUNA DE POESÍA ENAMORADA

Suspendido dulzor. Elixir rubio.
¡Oh, panal verdadero en la enramada!

Me sentaré a mirarte hasta que llegue
la niña de las fuentes y el efluvio
de los campos en flor, y tu miel pruebe.

(Una flauta tiernísima yo tengo
para alabar su gracia montañesa:
melodía que trae el abolengo
de un jarawiq antiguo de tristeza).

Amándote con ella, como en nido
de candela -panal- y de fragancia,
llégate por el aire, sin ruido,
con suavidad de pluma, y derretido,
escancia tu dulzor en mi ansia y en tu ansia.




ES UNA PENA LA MÍA

pastor andando, pastor
que modula, en su andarilla,
no sé que acento de amor.

Y desciende la montaña,
y sube, pronto, el alcor:
bufanda al cuello, y, al fondo
del corazón, un amor...

¡Qué te importa la majada,
si eres la pena, pastor,
que anda buscando sólo una
muerta andarilla de amor...!




CANCIÓN DE LA O

Ayer, mi maestro,
ayer, me enseñó
a trazar la O.

Y, anoche, temprano,
cual pájaro ufano
al cielo voló.

Es para admirarse...
Tan pícara O,
desde mi cuaderno,
al cielo fugó...

-¡No es luna! ¡Es mi O!




VENADITO DE LOS MONTES

Venadito de los montes,
por la puna correremos;
¡tú me lamerás la cara!
¡yo te acariciaré el lomo!

Te daré agüita de mis manos,
yuyo verde de los ríos
-acopiado por mis manos-,
venadito de los montes.

Si algún día me dejaras,
si te diera por perdido:
¡cómo, cuándo pastoreara
tu memoria, venadito!




EL LIBRO

El libro es mi amigo,
mi amigo leal.
Siempre va conmigo;
¡sabe conversar!

Me invita al descanso.
Me invita a estudiar.
Me lleva de la mano
como mi papá.

Yo adoro mi libro,
mi libro escolar.
Siempre va conmigo:
¡sabe conversar!




LA HUMANIDAD EN LA CUESTA

¡Oh, cuesta material...!
Se quiebra
el valor de las piernas
al ganarla;
jadea la vida
en la garganta ...

Debe ser sangre desvaída
este pluvial sudor que nos empapa...

Por esta estoica,
por esta dura cuesta
cuántas veces -¡látigo, destino!-,
andaría mi padre, andaría
mi abuelo, el padre de mi abuelo,
-¡todo el río de mi raza! -
hiriéndose, cayendo, quejándose...
¡Los árboles más viejos lo recuerda!
¡Los árboles más viejos lo refieren!

-¡Pega con fuerza,
tala,
incendia,
hacha mía!,
¡derriba,
como árboles,
Triunfa...!
Así, mañana,
no habrá árbol,
no habrá lengua,
que le digan a mi descendencia:
si he caído o no he caído,
si he llorado o no he llorado,
si he abolido a Dios
en esta cuesta...!

¡Doblados por qué pesos,
con ojotas,
cuán diferentes hombres,
-mañana,
eternamente-,

la cuesta ascenderán...!




CANTARES DE ESPITITU INDIO

I

Taqui Urpi*
jonjaita;
mañanan nojapajcho
taquin.

(Urpi: canta
desamor;
ya no es mía
su canción).

II

Pastorala.
Pastorala.
Más hermosa que la luz de la nieve
más que la luz del agua enamorada,
más que la luz bailando en los arcos iris.
Pastorala.
Pastorala.

¿Qué labios de cuculí es más dulce,
qué lágrima de quena más mielada
que tu canto que cae como lluvia
pequeña--pequeñita--sobre flores?
Pastorala.
Pastorala.

¿Qué acento de trilla--taqui tan sentido,*
que gozo de wifala tan directo*
que descienda--amancay--a fondo de alma,
como baja a la mía tu recuerdo?
Pastorala.
Pastorala.

Yo le dije al gavilán ¡protéjela!
Y a zorro y puma guarden su manada
(Y puma y gavilán y zorro nunca
volvieron a decir sus amenazas).
Pastorala.
Pastorala.

Por mirar los jardines de tu manta,
por sostener el hilo de tu ovillo,
por oler las manzanas de tu cara,
por derretir tu olvido: ¡mis suspiros!
Pastorala.
Pastorala.

Por amansar tus ojos, tu sonrisa:
perdido entre la luz de tu manada
está mi corazón, cuál huérfano allko*,
cuidándote, lamiéndote, llorándote...
Pastorala.
Pastorala.



* Olvido del canto de la paloma; ya no canta para mí.
*taqui, canto; wifala, danza de carnaval; allko, perro.




ORIGEN DEL HOMBRE PERUANO

De este polvo sutil de camino cuzqueño,
de este polvo que huele a maizal y a quebrada,
de este polvo de tierra soleada y oscura
como la piel curtida de nuestra vieja raza;

de este polvo que sabe de los pasos del hombre,
y de la imagen pura y de la resonancia
de los primeros dioses, de los primeros brutos,
y de la escala verde de las primeras plantas;

de este polvo -bejuco enlazado a los vientos,
de este polvo -garganta invocando a las aguas,
de este polvo - resuello de la tierra dormida
sobre los pedernales, bajo un sol de tumbaga;

de este polvo oloroso a flores de peñasco,
y a fatigas de humilde y a aflicción y a esperanza,
de este polvo que tiene un sabor a misterio
y a semilla y a surco y a medianoche y a alba;

de este polvo ligero: de una fracción de polvo
mezclada con saliva - en época lejana,
formo al Peruano, al Hombre Telúrico y Andino,
el Grande, el Poderoso, el Viril Pachaqamak ...




LA CULEBRA Y LA WARMA

Ña culebrita, guardiana
del más dorado shimbil,
no me esperes enojada...,
decía la warma feliz.

Y la culebra escondida,
como un ovillo- escuchaba.

La redondez de los frutos
abría, dulces sus labios,
mostrando una risa blanca
vestida de puntos bayos.

Llegó la warma a los frutos.
la serpiente la mordió
llamaron tordos de gritos
ni el paisaje respondió...

Al pie del haz de shimbiles,
dormida quedó la warma,

Y, a su lado, la serpiente,
pesarosa, sollozaba...

Calló la tumba. Y el tiempo
¡
La serpiente sollozaba!




AL SOL Y A LA LUNA...

El sol en el Ande.
La luna en el Mar.
¡Jugar
y danzar!

Qué lindo es el Ande
a la luz solar.
Qué lindo es el Mar
a la luz lunar.
¡Jugar
y danzar!

Balan las ovejas
a la luz solar.
Cantan las sirenas
a luz lunar
¡Jugar
y danzar!

¡Jugar en el Ande
a la luz solar!
¡Jugar en el Mar
a la luz lunar!

...¡Y no reposar!...
¡Jugar y danzar!




LABRIEGO DEL PERÚ

Labriego del Perú, pajita brava
en la peña eternal roja del tiempo;
¿por qué tu cruz inédita de mártir,
la explosión de tu sangre, tu lamento?

Ya que el maguey más alto no es medida
de la alta soledad de tu tristeza,
ya que el Ande no alcanza a tu sollozo:
¡vámonos de esta tierra!

Si la luna y el sol detienen las pupilas
sólo por ver las llagas de tu carne;
si la muerte derriba tus columnas:
¡vámonos de esta tierra!

Vámonos sin regreso
adonde estén el árbol, la majada;
el influjo terríjena, sagrado;
la belleza, el hogar, el dios, la tierra.

Vámonos para siempre
sin adioses llagando los caminos;
como fugas sin huella, como galgas
¡vámonos sin destino!

Entonces hasta el labio que define
nuestro sabor de sangre, hasta las manos
que golpean, las voces como fuetes
de violentos, la hambruna sin bocado,
nuestro dolor más triste que la quena,
nuestro caudal de lágrimas ardiendo:
¡cómo se enlutarán por nuestra ausencia!

Entonces hasta el cóndor y los muertos
y el lúcido rebaño de la hacienda
y la chacra y el agua y el arado
y la flor y la luz y la tiniebla
y la coca y la sangre y el espacio:
¡mucho nos llamarán con mucha pena!

Mas, no. Madre común es nuestra tierra...
Amor, soga. Raíz que nos sujeta.
¿Quién nos apartará? ¡Como rastrojos
finaremos en ella!




KATACHA MADRE

Se hicieron tus ojos
para dolor mirar, katacha madre,
tus manos para dolor tallar,
tu vida, tú, para el sufrir solamente…

Yo te digo,
y te dice, también, Dios:
¡Para qué traes tu hijo
al mundo, para qué…?
Ni un puñado de tierra,
ni una burbuja de agua,
han de ser de él,
mañana, porque
la tierra y el agua tienen dueño…

Tendrá tu hijo el alba, cada día,
la luz, el sol, la noche, las estrellas,
el llanto humano, la risa del paisaje,
pero éstos, !ay!, pero éstos
no le darán un pan para su hambre…

Y tú contestas:
La leche de mi pecho le durará
hasta cuando, ya viejo, ponga
sus pies en el lecho de rosas de la muerte,
beberá mi sangre en lugar de agua,
y, en el montón de tierra de mis huesos,
cosechará el maíz y la cebada…
Y llorará tú y preguntas
a Dios: ¡Por qué la tierra
y el agua no son de todos
los hombres
como
el cielo azul, el sol, la noche, el panorama…?

Y Dios musita triste:
-!No sé por qué, Katacha…!




CANCIÓN VEGETAL

De las espigas,
la más soñante
te traeré,
y en la kantuta
de tus dos trenzas
la prenderé.

Y, ante los ojos
de cielo y aire,
palomitay,
fingirás una
planta de trigo
florida ya.

Sumaq espiga,
de aroma de oro
inundará
tu cabellera
y tu sonrisa
y tu soñar.

Espiga que habla,
musicalmente,
te contará
cómo sollozo,
y, entonces, tú
sollozarás...

MARTIN ADÁN

DE LAS DISTANCIAS Y DE LAS CALLES!

¡Y de los cielos estos techos
que nunca me ultiman porque nunca caen!

Y no alcancé al furor de lo divino,
ni a la simpatía de lo humano.
Lo soy y no lo siento ni así me siento.
Soy en el Día el Solitario
Y el absoluto en la Zoología si pienso,
o como carnívoro feroz si agarro.
¿Soy la Criatura o el Creador?
¿Soy la Materia o el Milagro?
¡Qué mía y qué ajena tu pregunta!
¿Quién soy? ¿Lo sé yo acaso?




PRIMA RIPRESA

(- Heme así... mi sangre sobre el ara
De la rosa, de muerte concebida,
Que, de arduo nombre sombra esclarecida,
Palio de luz, de mi sombra me ampara.)

(- Heme así... de ciego que llameara,
Al acecho de aurora prevenida,
Desbocando la cuenca traslucida,
Porque sea la noche mi flor clara.)

(- Abrumado de él, sordo por quedo,
He de poder así, en la noche obscura,
Ya con cada yo mismo de mi miedo.)

(- Despertaré a divina incontinencia,
Rendido de medida sin mesura,
Abandonado hasta de mi presencia...)

(Travesía de extramares, Lima 1950)




SESTA RIPRESA

- La rosa que amo es la del esciente,
La de sí misma, al aire de este mundo;
Que lo que es, en ella lo confundo
Con lo que fui de rosa, y no de mente.

- Si en la de alma espanta el vehemente
Designio, sin deseo y sin segundo,
En otra vence el incitar facundo
De un ser cabal, deseable, viviente...

- Así el engaño y el pavor temidos,
Cuando la rosa que movió la mano
Golpea adentro, al interior humano...

- Que obra alguno, divino por pequeño,
Que no soy, y que sabe, por los sidos
Dioses que fui ordenarme asá el ensueño.

(Travesía de extramares, Lima 1950)




CINCEL

El pétalo, que palpita.
Entallando intensidad,
Tiró a brío y brevedad
La materia hermafrodita.
Sexo de forma infinita,
En un ejemplo que crece,
Va a parecer do perece:
Con millonésimo escorzo,
Curvo y crispado en un torso,
Mútilo de belvedere.

(De La rosa de la espinela)




ANTRO

¿Cómo, Cosa, así… vacía,
A cima de espina y pena,
Como ninguna… serena:
Deshumana todavía?
¿Dónde el dios y su agonía!…
¿Dónde la tumba y la esposa!…
¿Dónde la lengua gloriosa!…
¿Dónde el azar que a ti se eche!…
¿Dónde la sangre y la leche!…
¿Dónde, Capullo de Rosa?…

(De La rosa de la espinela)




PUNTO

At length the man perceives it die away,
And fade into the light of common day.

WORDSWORTH

Pues la rosa venidera,
Próspero seno errabundo,
Fruto y flor y amante y mundo,
Lírica, acoge si espera.
Punto en que pulula esfera
De épico tacto, futura,
La facción de la hermosura
Va, derechera y estable,
Derrota inconmensurable
De celestial singladura.

(De La rosa de la espinela)




TODO LO IGNORAS PORQUE ERES DE PIEDRA…

Todo lo ignoras porque eres de piedra,
Todo lo ignoras porque es otro el día;
Todo lo ignoras porque es otro el río
Y sigue siendo así todavía.
Nada es realidad sino de enfrente,
Y con mi mano encima, encallecida.
¡Cuando tú sepas por qué fue la ojera,
Cuando tú sepas lo de mi camisa,
Cuando lo sepas todo, piedra noble
Si lo sabes, piedra caída!
Vivían todos porque ya vivían
¡Que todo caiga, Piedra!
Todo reviva,
Todo sea,

La otra vez, el tiempo
El tiempo de minúscula e idea,
Este cuerpo de estar
Y de amor de belleza
¡No reparar en rima,
Todo sea del pie a la cabeza!

¡Toda la letra que no se interpreta
Todo será en un día,
Mi sudor de verano,
Y mis pies sucios,
Y mi vida por de fuera
Todo lo que no soy y que me viva
Ya lo sé, yo enfermo de mi primavera!

(De La mano desasida)




LITORAL

En el steamer de un Capstan que huma los añiles
del horizonte primo, del gris amoratado,
navego por gaviotas que sucumben a miles
y por islas de vidrio que se apartan a nado.

Las nubes camareras de a bordo, en sus mandiles,
con helias ceras lustran el vapor encerado.
-Día, uña esmaltada, sonrojo de marfiles
en la vergüenza boba de haberse desnudado...

Yo traigo en la maleta mi pipa de cerezo
y en la boca la menta de un exquisito beso,
capricho de tres dólares, caramelo redondo...

-La playa, que bucea, se trae caracolas-:
el cielo, el sol...-, los huesos náufragos de las olas...
Señal de que ha bajado hasta el fondo más hondo.




SOL

El sol brincó en el árbol.
Después todo fue pájaros.

Lejos, aquí, llovía
el cielo de tus manos,
un cielo pequeñito,
profundo, solitario.
Hora todo es distancia,
ceguedad, aletazo.

El sol tiene en el árbol
inquietudes de pájaro.

(Publicado en el Mercurio peruano de julio - agosto de 1928)




QUARTA RIPRESA
Bien sabe la rosa en qué mano se posa.
Refrán de Castilla

Viera estar rosal florido,
cogí rosas con sospiro:
vengo del rosale.
Gil Vicente

-La que nace, es la rosa inesperada;
La que muere, es la rosa consentida;
Sólo al no parecer pasa la vida,
Porque viento letal es la mirada.

-¡Cuánta segura rosa no es en nada!...
¡Si no es sino la rosa presentida!...
¡Si Dios sopla a la rosa y a la vida
Por el ojo del ciego... rosa amada!...

-Triste y tierna, la rosa verdadera
Es el triste y el tierno sin figura,
Ninguna imagen a la luz primera.

-Deseándola deshójase el deseo...
Y quien la viere olvida, y ella dura...
¡Ay, que es así la Rosa y no la veo!...

(De Travesía de extramares)




POESÍA, MANO VACÍA

Poesía, mano vacía...
Poesía, mano empuñada
Por furor para con su nada
Ante atroz tesoro del día...

Poesía, la casa umbría
La defuera de mi pisada...
Poesía la aún no hallada
Casa que asaz busco en la mía...

Poesía se está defuera:
Poesía es una quimera...
¡A la vez a la voz y al dios!...

Poesía, no dice nada:
Poesía se está, callada,
escuchando su propia voz.

(De Diario de poeta)




ANTRO

¿Cómo, Cosa, así… vacía,
A cima de espina y pena,
Como ninguna… serena:
Deshumana todavía?
¿Dónde el dios y su agonía!…
¿Dónde la tumba y la esposa!…
¿Dónde la lengua gloriosa!…
¿Dónde el azar que a ti se eche!…
¿Dónde la sangre y la leche!…
¿Dónde, Capullo de Rosa?…

(De La rosa de la espinela)




ESQUIZOFRENIA

Manicomnio del alba, asilante un lucero
friolero, adormilado, tan ave todavía…
-Apenas la tarde se pone luz ap-te-ro,
cuerdo, inmóvil, etcétera, a toda celestía.

En la rama cimera de un arbógeno aguacero,
estrellín, estrellón, anoche se dormía,
el pico bajo el ala, a un grado bajo cero,
sin hembra al lado, al lado de un viento que rugía.

Hora aletea torpe con las alas rociadas;
loco de soledad, se ignora estrella y pía
en tema de ave y topa con las brisas cerradas.

-Avestrella, delirio, patetismo mentales…
Los anteojos de Núñez deploran tu manía
en ciegas adherencias de orvallos lacrimales.

(De Itinerario de primavera)




POESÍA, MANO VACÍA

Poesía, mano vacía...
Poesía, mano empuñada
Por furor para con su nada
Ante atroz tesoro del día...

Poesía, la casa umbría
La defuera de mi pisada...
Poesía la aún no hallada
Casa que asaz busco en la mía...

Poesía se está defuera:
Poesía es una quimera...
¡A la vez a la voz y al dios!...

Poesía, no dice nada:
Poesía se está, callada,
escuchando su propia voz.

(De Diario de poeta)




URBANISMO

Extramuros; meaban tufillos de ganado;
el sol, viudo, fregábase la marmilla de cobre,
y un ficus malarioso, paupérrimo, baldado,
ingería la purga de un regato salobre.

Ketty; sus ojos agros ya se han urbanizado;
Ketty, yanquis elevan hierro y cemento sobre
sus pupilas palustres; postrero parvo prado
de la corbata verde de algún amigo pobre…

En seda vegetal salvo el color extenso
que ingenieros albinos, mascando chicle, a tenso
cordel y a teodolito, van hurtando a mi pena:

-Viento agudo mondaba la tarde, que era una
manzana madurísima, y el plato de la luna
colmábase de tiras de cáscaras morena…

(De Itinerario de primavera)




POEMAS UNDERWOOD

Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad
sin inquietudes estéticas.
Por ellas se va con la policía a la felicidad.
La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.
No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.
Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas
de tráfico.
Las casas rumian sus paces de buey.
Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.
Límpiate de entusiasmos los ojos.
Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza.
Cree tú que son mujeres viciosas. Así tendrás tu aventura y
tu sonrisa para después de la cena.
Los hombres que tropiezan tienen la carne encallecida de
oficina.
El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está
de otro modo.
Pasaban obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la
ciudad y con los hombres.
¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino
tu alma.
La ciudad lame la noche como una gata famélica.
Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.
Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna
clase.
Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.
Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido,
casi un personaje suyo.
Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.
Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas:
las novelas de Víctor Hugo, la democracia, la instrucción primaria,
etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.
Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.
Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.
Porque no quieren creer que todo es irremediable.
La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que
ir con revólver.
Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.
Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.
Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría
nunca. Él no se mete en honduras -y está viejo, quiere paz y hasta
apoya a los moderados.
El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado
decente. No hay manera de hacerle hablar cuando está borracho.
Cuando no lo está, abomina de la borrachera o ama a su prójimo.
Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los
hombres.
Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.
Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a
cada instante y no viven nada.
He aquí mis prójimos.
La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.
Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas
ni mujeres.
Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.
En punto a honradez, no soy de los peores.
Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.
Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.
Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.
En cambio deseo el cielo.
Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.
Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son
tintes alemanes.
Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi
nada hombre.
No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser
como los otros. No quiero ser feliz con permiso de la policía.
Ahora en las calles hay un poco de sol.
No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando
manchas en el suelo como un animal degollado.
Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única
caridad, el único amor de que soy capaz.
Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana
pero verdadera.
Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos
un poco perros)-.
Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con
serenidad.
Pero los hombres tienen posvida.
Por eso dedican su vida al amor del prójimo.
El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo
vacío…
Diógenes es un mito -la humanización del perro.
El anhelo que tienen los grandes hombres de ser
completamente perros. Los pequeños hombres quieren ser
completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.
Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de
oírme a mí mismo.
Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que
ensaya las grandes felicidades.
Pero la felicidad no basta a ser feliz.
El mundo está demasiado feo, y no hay manera de
embellecerlo.
Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y
fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.
Yo me siento las manos delicadas.
¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.
O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.
Tú no tienes las ojeras demasiado grandes.
Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con
esperanza, con insatisfacción, con limitación, con tiempo, con
perfección.
Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando
durante la travesía aventuras como peces.
Pero ¿a dónde iría yo?
El mundo me es insuficiente.
Es demasiado grande, y no puedo desmenuzarlo en pequeñas
satisfacciones como yo quiero.
La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más…
Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.
El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.
Citeres es un balneario norteamericano.
Los yanquis tienen la carne demasiado fresca, casi fría, casi
muerta.
El panorama cambia como una película desde todas las
esquinas.
El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas
de cigarrillos. Pero ésta no es la escena final. Pero ello es por lo que
el beso suena.
Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección,
satisfacción, deleite.
¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?
La tarde ya se habría acabado en la ciudad. Y yo todavía me
siento la tarde.
Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los
malos pensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre
que no ha pecado nunca.
Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.
A casa…




ANTRO

¿Cómo, Cosa, así… vacía,
A cima de espina y pena,
Como ninguna… serena:
Deshumana todavía?
¿Dónde el dios y su agonía!…
¿Dónde la tumba y la esposa!…
¿Dónde la lengua gloriosa!…
¿Dónde el azar que a ti se eche!…
¿Dónde la sangre y la leche!…
¿Dónde, Capullo de Rosa?…

(De La rosa de la espinela)




CINCEL

El pétalo, que palpita.
Entallando intensidad,
Tiró a brío y brevedad
La materia hermafrodita.
Sexo de forma infinita,
En un ejemplo que crece,
Va a parecer do perece:
Con millonésimo escorzo,
Curvo y crispado en un torso,
Mútilo de belvedere.

(De La rosa de la espinela)




PUNTO

At length the man perceives it die away,
And fade into the light of common day.

WORDSWORTH

Pues la rosa venidera,
Próspero seno errabundo,
Fruto y flor y amante y mundo,
Lírica, acoge si espera.
Punto en que pulula esfera
De épico tacto, futura,
La facción de la hermosura
Va, derechera y estable,
Derrota inconmensurable
De celestial singladura.

(De La rosa de la espinela)




OTTAVA RIPRESA

How many loved your moment of glad grace,
And loved your beauty with false love and true,
But one man loved the pilgrim soul in you,
And loved the sorrows of your changing face…

YEATS


Je sais qu'une âme implique un geste
D'où vibre une sonorité
Qu'harmonieusement atteste
La très adequate clarté.
GIDE


-No eres la teoría, que tu espina
Hincó muy hondo; ni eres de probanza
De la rosa a la Rosa, que tu lanza
Abrió camino así que descamina.

-Eres la Rosa misma, sibilina
Maestra que dificulta la esperanza
De la rosa perfecta, que no alcanza
A aprender de la rosa que alucina.

-¡Rosa de rosa, idéntica y sensible,
A tu ejemplo, profano y mudadero,
El Poeta hace la rosa que es terrible!

-¡Que eres la rosa eterna que en tu rama
Rapta al que, prevenido prisionero,
Roza la rosa del amor que no ama!

(De Travesía de extramares)




TODO LO IGNORAS PORQUE ERES DE PIEDRA…

Todo lo ignoras porque eres de piedra,
Todo lo ignoras porque es otro el día;
Todo lo ignoras porque es otro el río
Y sigue siendo así todavía.
Nada es realidad sino de enfrente,
Y con mi mano encima, encallecida.
¡Cuando tú sepas por qué fue la ojera,
Cuando tú sepas lo de mi camisa,
Cuando lo sepas todo, piedra noble
Si lo sabes, piedra caída!
Vivían todos porque ya vivían
¡Que todo caiga, Piedra!
Todo reviva,
Todo sea,

La otra vez, el tiempo
El tiempo de minúscula e idea,
Este cuerpo de estar
Y de amor de belleza
¡No reparar en rima,
Todo sea del pie a la cabeza!

¡Toda la letra que no se interpreta
Todo será en un día,
Mi sudor de verano,
Y mis pies sucios,
Y mi vida por de fuera
Todo lo que no soy y que me viva
Ya lo sé, yo enfermo de mi primavera!

(De La mano desasida)




LA CAMPANA CATALINA

De la coplería arequipeña, inédita, de Martín Adán:"La Campana Catalina" (1936)

and many a heart tant was gay,
within the tomb now darkly dwells,
and hears no more those evening bells!
Th. Moore
I
-¡Catalina, catalina,
campana de acompañarte
uno, la lengua de oro,
aal uúltimo aire!...

¡Callándote, que no te oye!...
¡Das el ángelus al ángel!
¡Que la Catalina habla
como si le faltara aire!

-La campana Catalina
nunca tocó a tal valle.
¡Catalina la campana
no niega cuando no plañe!

¡Que la Catalina canta,
en el domingo del aire!
¡Que la Catalina, tonta,
que ella reía llorares!...

¡Que la Catalina, ciega,
que no se pierde buscándole!...
¡Que la Catalina miente,
que sí que llamó a alguien!

¿Y las voces inauditas,
inciertas, inefables...?
¿Por qué responder a veces
apenas, a voz de nadie?

-¡Catalina la campana,
la de falsos olvidares,
que te quedas con amor,
que te quedas con amante!

¡Catalina, Catalina
descúbretele, reclámale,
que el río gloguea ya,
que ya se despinta el valle!

Que la Catalina calla,
porque padeció callares,
que la Catalina es ella,
pero no la quiere nadie.

-¿Que la Catalina puede!
¡Que la Catalina sabe!
¡Que la Catalina, de oro,
como corazón constante!...
Que la Catalina esconde
su corazoncito grande,
que lo que provoca envidia
uno no la fía a nadie.

-¡El ha de volver a bello!
¡El ha de volver a valle
Él ha de volver a ti,
a la campanita madre!

¡Que con lampo y con zureo
tornará alado a cauce,
la inmortalidad, ardida
de estrellas y soledades!

¡Que es de tu cuerpo, de tu alma,
de tu bronce, de tu alcance!...
¡Hétele, que se te esconde!
¡Llámale, llámale, llámale!

¡Que asorda la campanita!
¡Que arrasa un soplo anhelante!
¡Que por sobre todo otea!
¡Que le distinguió el aire!

La campana Catalina
tañe, tañe, tañe, tañe.

IV
Bescheidet auch mit alten Leidensregeln
St. George
Guillén, Rodríguez y yo
íbamos a una tarde,
desde el tañido de Tingo,
sobre sonares de sauces

-¡Que la mamita del Dios,
la de los siete puñales!...
¡Que la mamita del Caima!...
¡Que la mamita del Carmen!...

Exacerban a un sollozo,
que se ahorca, por soltarse
la guitarra, indestructible,
y la mano, infatigable.

Y fue un dolor plañidero
que se sofoca en pañales
como el dolor de los niños
que atentan a los panales.

Y en sí misma, a mujeriegas,
la muerte sigue a mi valle,
embarrando hasta la luna,
sobre un trote sin ijares.

¡Y una sima, de resón!...
¡Y una raridad del aire!...
¡Y un goce de la herida!...
¡Y una gana de vengarme!...

-Yo quiero ser el que soy;
y quiero no preguntarte,
guitarra, por que soy otro
que no atina a preguntarme.

Bordonean las guitarras
sutiles de los gañanes;
y ya tira de su cuerda
el bordoneo, implacable.

-No te enamores de veras,
que te querrán con puñales.
Di que vas sin corazón;
porque lo dejan sin sangre.

Como el vilano a la luz,
el corazón siempre arde.
Como el vilano al viento,
el corazón nunca cae.

¡Poesía, no me hiciste!
¡Soy más que tu verso grande!
¡El río se va a la mar,
y yo me quedo acordándome!

-Es la muerte, y no revives.
La perfección ¿qué te vale!
Siempre serás el tu origen,
preso en la umbela del aire.

Molinos muelen y muelen
Mis huesos en otro valle,
por hogaza ácima inmensa,
por sustentar a Dios Padre.

Y el molino muele en vano.
Y el molino muele el aire.
¡Y guitarra, remolino
de antónimos y compases!...

En voz, en follaje, en poda
gimen las iras torcaces,
y rezuman higo y fuego
roja miel y dulce sangre.

Se queman cielos y cielos
a una noche que arde;
y se juntan miedosos,
uno a otro, valles, valles...
-¡Y sin tacto lo cogí!
¡Algo de la noche, madre
guitarra!... ¡Y heló la mano
del sí acertar a acordarme!
-¡Amor que se pone en ti
muy pronto se ve en el aire!
-¡Ay, el aire ha de ponerle
en viento que ha de tornarle!
-¡La dicha, no te me niegues,
no te escondas ni aplaces!
¡Yo siempre seré el que espera,
dispuesto a desesperarse!
Bordonean las confusas
guitarras irrefragables;
y va aserrando su borde
el bordoneo, crispante.
¡Guitarra, de no cejar!...
¡Guitarra, de no acordarte!...
¡Maldición de malquerido!...
¡Mansedumbre de cadáver!...
-¡Yo no fui! ¡Fue el que lloraba
yo, cuando no era nadie
yo, y la guitarra era
yo, sangre y sombra, la madre!
Con el lucero y el llanto,
lágrimas y luminares
de higos y de guitarras,
pendientes y entrañables!...
¡Oh, cómo truena y penetra
la campana del callarme!
¡Oh, qué badajo yo mismo
contra mi alma y hueso y carne!
¡Lo sé, el río, mi río,
yo, que yerro por tu valle,
quejándome de llamar
con los nombres sustanciales!
¡Sabiduría infinita
de no saber olvidarte!...
Y Dios toca la guitarra,
y llora ya sin doblarse.
¡Por la eternidad intacta,
por el designio incesante,
por la persona infinita
y por la obra interminable!
¡Poesía, tú no vas:
tú vienes de originarme,
y en tu término palpita
la eternidad de no hallarte!
¡Que la mamita del Dios,
la de los siete puñales,
como recordando mía
semana de no acordarme!...
¡Y como los nombres nombran
con los sueños por delante;
y como aran los bueyes,
con testículos impares!
La guitarra va y viene,
va y viene y en su abismarte
como el que se ahorcó,
ya inocente, en el aire.
-La muerte, ablanda tu hueso
duro, para sujetarme:
yo no huiré a parte alguna,
porque estoy en todas partes.
Yo siempre estaré en la vida
a sombra de costillares,
golpeando cuerdas y nervios
y remeciendo los árboles.
¡Infinita brevedad,
que sigue y sigue, aun de sangre,
que se desangra el absorto
de la que cobra el celaje!...
-¡Clava en tu carne tu hueso
y echa a morder en el aire,
que Dios no quiere contigo
sino errar adivinándote!
-¡El goce te habrá enterrado,
tesoro de despertares!
¡Mi ver lo tragó la tierra:
dunas lo llevan y traen!
Sangra, sangra la reciente
guitarra, eterna e incurable.
Treno tanto, treme, treme,
con la mama de la madre.
-Amor no es sino tu nombre
dicho a la oreja de nadie.
Si lo dices, dilo quedo:
procura no despertarte.
-¡Yo no sé sino que vivo
porque me maté muy tarde!
¡Yo no sé sino que muero
de tanto temer matarme!
¡Esta música maldita
que no acaba, y que no acabe!...
¡Ay, manera de matar,
que no mata lo bastante!...
¡Repetir que no, que no!...
¡En el fluir, atravesarte!...
¡Acallarlo, con sordera!...
¡Contener brazo del aire!
-¡Ay, que me enfrío de muerte!
¡Ay, que me pasó mi sangre!
¡Ay, que me puse a morir-
me de través en el cauce!
Luz deslumbra, ¿y qué esclarece!
Es, y azoga los cristales.
¡Poesía sin través,
tu verso es interminable!
Los sentidos se abalanzan
a un inútil esforzarse
de serojos sitibundos
para con aguas fugaces.
-¡Y mueres, y no te alegras!
¿No lo querías sin margen?
¡El agua que te ahoga
es el llanto ya sin sauce!
-¡Que los ayes me desuellan,
ay, sin llegar a tocarme!
¡Que ya me quiero dormir
en los brazos de los ayes!
Bordonearon las tremendas
guitarras imponderables;
y va enfriando su asfixia
a oscuridad del aire.

Bordón y prima se casan
en una clausura de ayes,
y se oye un callar de beso,
y cunde un vaho de sangre...
-¡Que el ritmo vuelva y me lleve
a donde puedan matarme!
¡Ya nazco otro, y no siento
-yo dolor- el que me pare!
¡Yo me ande sobre cayado
de gana que no se harte,
y yo me costee en leño
de eternidad inestable!
¡Y yo, mis dioses bebidos
regrese de lupanares,
de dioses que no consientan
ni perderme ni salvarme!
¡Sí, allá en el puerto de Thule,
donde amanece a los ángeles,
que remiran judas ciegos
y barajan gordos naipes!...
Cuando en casa sin aliento,
presente aún el ángel,
desnudan un lecho manos
mudas, ciegas, de una madre.
¡Ay, rumbo en que cupo el barco
apenas y ya no cabe!...
¡Ah, altamar de guitarra!...
¿Qué cielo para tu mástil!...
-Guitarras digan mi nombre;
besos husmeen a mi aire:
es en vano: me perdí,
y no quiero recobrarme,
-¡Redivivo nacerás,
si te acuerdas de acordarte!
¡Humanidad es de olvido!
¡Y Dios es inolvidable!
-Necesidad, alma mía,
¿Hasta cuándo habré de estarte?
¡Hágase el hecho una vez;
y yo pueda ir a mi hambre!
-¡Lo que una vez hiciste
siempre habrá de trasoñarte!
¡Mi corazón es de entonces,
pero mi fe era de enantes!
-¡Mi gozo, ser, crece, crece
más alto que tu desaire!
¡Me place mi vida en flor,
rodrigada de huracanes!
-Eternidad, alma mía,
¿hasta cuándo habré de fiarte?
¡Haz de mi sexo la roca
y de encaro de uno y nadie!
¡Abrazo no la extasíe!
¡Mirada no la embarace!
¡Amor no sepa decirla
los mil nombres del amante!
Que eternidad es así.
De alma y cuerpo y río y valle.
¡De pregunta y de callar,
y de encaro de uno y nadie!
-¡Ay, que no puedo morirme,
que me soy de hueso y carne,
y un alma que no me suelte,
y un beso que habrá de dárseme!
¡No hay ojo para la proa
y no hay cuerpo para el viaje!
¡Sólo apenas; sólo amarras;
variedad, empuje, alcance...!
¡Qué soledad numerosa,
de retraimiento unánime!...
Mirando el aire sedente
avanza el aire emigrante.
¿Qué humano se hace ninguno
para ya en ello embarcarse!
Y por la mar de las cosas
va uno a la angustia de nadie.
Es apenas leño y hierro,
pero guía un querer salvarte
de no sé quién tuyo acaso,
de huesos y venas grandes.
Mudez y musculatura
conciertan ritmos tenaces,
el cantar echa su hedor,
axila, red, a los trances.
-¡Sí, yo, que derroché todo
mi botín de inanidades,
de ternuras sin amor,
ganadas al abordaje!...
¡Derrota en que cupo el barco
apenas, y ya no cabe!...
¡Ah, altamar de la guitarra
sin ala para tu mástil!...
¿Qué mano empuño extensiones,
haz de quillas y de trances!
Y singla hacia puerto intenso,
pulso puro, el navegante.
¡Embraste la madera,
y quieres echar los trastes!
¡Ah, guitarra, el barco mío,
sin cielo para tu mástil!...
Y va en la fuerza durísima
la humanidad de la nave;
hondo en carga inescrutada,
la sentina inescrutable.
-¡Alma y cuerpo eres de alma
y ya no puedes fiarte!
¡Humanidad es de sido,
y Dios es irreparable!
¡Vida, es tu esfuerzo en vano,
que vivir es invocarte!
¡Abres la boca, y no estás,
nunca, ninguno, en tus mares!
-¡Amor, amor odiará!
¡Tú serás tú imaginarte!
Pereció la última mano,
pero sobrevive el ásgase.
¡Ah, mi corazón de ahora,
de menester de ahogarse!...
¡Ay, mi corazón de entonces,
de salvaciones falaces!
Hora se va mi deseo.
De aquí se va, sin llevarme.
Aquí quiere lo que no es.
Y mi alma, enamorándome.
Amor alguno vendrá,
Y estará un amor mirándome.
¡Yo no sé sino que supe,
Y que no sé olvidarme!
¡Guitarra, no me lo digas,
que dices secreto al aire!
¡Tristeza, no tengas miedo,
que yo tengo miedo, madre!
Golpean sus corazones,
impasibles los gañanes,
los ojos como de alumbre,
las manos como de alambre.

VIII
Llego a verde absoluto,
regresando; y no es el valle.
¡Y cómo pesa el pie,
calzado de espesa sangre!
Andando sobre mí mismo,
yo me procuro, cargándome;
y cada cosa me orienta
a un coágulo de sangre.
Miro buey: dos ojos ciegos,
que lucen a eternidades,
bajo testuz que es un vaso
de ofrenda de dura sangre.
Miro regato, de córnea
que una vez miró, vivace:
una lividez de párpado,
rusida de quieta sangre.
Casi humus, casi luz,
vasta electricidades,
los trigos ganados tremen,
vibran: ¡que abreve la sangre!
Nieves de cimas y cirros,
alcores de claras sales,
toisón del cordero albo
morirían para sangre.
¡Ay, que paró el que seguía
como el eterno romance!...
Y se me va la palabra
como se iría mi sangre.
Y escuchando a luces mudas,
aprehendo lo impenetrable:
que todo mi sangre vierte
si no lo agita la sangre.

X
Alberto Guillén, ya cera,
ya la miel de los panales
inúndate, macerando
tus corazones a mares.
Celda alguna permanece
por que nunca más te apartes,
gota de miel sin goloso,
abeja írrita y pinchante,
La corona de aguijones
de las sienes se te cae,
y en aureola de iris
de élitros la truecan ángeles.
-Ave y nube singular
que labran de gusto el valle,
hasta la colmena en ciernes
de tu Yanahuara cande.
-De una miel que era tan dulce,
que alanceaba al tragarse;
de una miel que así se acendra,
que a sí misma se relame.
-De la flama y del fluir
de mieles sentimentales,
las de los nombres en celo
que se hieren en el aire.
-El valle, en tu corazón,
inmóvil, mueve agua y cauce;
y el río traspasa, miel,
gota a gota, tu cadáver.
-Hondo en tu patria terrena,
ejemplo a eternidade,
dulzura que quiebra el vaso,
luces y zumbas y sabes.
El logaritmo en derrota
por el exágono plañe
a cera que se derrite
y a miel que fluye en Dios Cauce.

(De La Campana Catalina)




REALIDAD, EL ÁNGEL QUE ME GUÍA

Sobre la soledad estuve, nunca en ella.
Bajo la soledad estuve, y se concibe,
Soledad es esquiva, como aquel que la vive
Y acompaña, tenaz, en estrecho y sin huella.

Soledad es persona real como la estrella,
o el aire, como quieras, adonde el tú, Yo, arriba,
siempre arriba o debajo: soledad no se escribe.
Soledad es la costa donde brota la estrella.

No lo expliques. Tú dilo, Yo Mismo, simplemente,
gutural y preciso como el agua de fuente.
Que de la soledad nunca se sabe nada.

Es un vieja dura, y es la flor como rosa.
No lo expliques; Mi Amor, el Amor que se goza…
Soledad es real…una hora acabada…

Porque la Poesía es como el Ser: de instante.
Es un vivo sin cuerpo y una mano colgada.
El Ángel, que si es, nunca se sabe nada,
Porque nada es sin tacto, y, si lo es, no es bastante.

Y tú miras las cosas sin duda…de adelante…
Las durezas sin ti, sin tu eterno y tu nada
Y tú quieres se dios con el codo y el cada,
distinguiendo, Yo Mío, este yo de mi estante!

Pero la poesía es como la mañana,
Y no sabes si es real o no sabes si es gana
de no sé qué, Amor Mío, ti, mi naturaleza!

Pero la poesía es como mi pañuelo,
adjuntado a los párpados inmensos del desvelo
con una luz adentro, que no veo y me pesa…

¡Peligro, hermano mío!…Nacidos de natura
los dos, como este uno que es el fantasma
humano!

¡Peligro…mi peligro, empiñado en mi mano
Mi puño…y todo es porque Dios dura y dura…

Nunca es mi peligro como fruta madura
que cae y se corrompe, como es tan simple y llano.
Mi peligro está verde cada vez…el hermano
que nunca nacerá, que la Vida es futura…

¡Cuánta muerte viví, que no lo sé de veras!
¿Qué peligro no estuvo como si no estuvieras
O fueras…este yo que no sé cómo atrapo!

¿Sí, con trapo de sastre y otra muerte cosida
Y una rosa a lo alto, fea y desconocida
Y Chopin, que digita, o como brinca el sapo…




DOLCE AFFOGATO

Arrúllase dentro de sí el alma, y comienza a dormir
aquel sueño volador
Fray Luis de Granada

Wie soll ich meine Seele halten,
Dass sie nicht an deine rührt?
Rilke

- ¿Y qué licor seré asaz dulce y fuerte!...
¡A sed así, que da y desdona vida!...
¡A ardicia y boca de voz desoída!...
¡A fuego que me abate y no me vierte!...

- ¡Ay!... ¡que El me quiso loor de abeja en suerte
De procurar a eterno fruición fida!...
¡Mas tímpano... témpano... mi medida...!
¡Favo que obro y resulto, arte... muerte!...

- ¡Ay!... ¡si no he sino poesía pura,
De glabra miel y con senil friüra,
Que flujo de floraina envenena!...

- ¡Ay que no he de rendir más que tributo
En mano inmóvil, de panal enjuto,
Cuando Su sombra ahúme mi colmena!...




DECLAMATO COME IN CODA
(In Promptu, dopo V op. 10)

A fathomless and boundless deep,
There we wander, there we weep
Blake

Amen. So be it. Welcome, O life!
Joyce

Tierra del Paraíso( desandado,
Región de sombra albar y pie elidido,
Por donde torno del total olvido,
Ciego gozo, a mi goce, esciente y diado!...

¡Ay, por qué me desuno de increado?...
¡Ay, por qué desvivirme, mal nacido?...
¡Si he de atinar abés, a qué el sentido?...
¡Si he de morir asaz, a qué otro hado?...

¡Que tan sólo escuchar a mi no oída
Voz... mero oír por inaudito modo...
Ente de la viveza asegurada...!

¡Ay que bajo mi estrella, adormilada,
Vivaz he de seguir buscando en todo
Algo porque morir, como es la vida...)